Ha colaborado recientemente con el Taller Imagen del Rinoceronte, fundado por el maestro Humberto Valdez. (RAMÓN SOTOMAYOR)
Ha regresado a Torreón para pasar las fiestas de fin de año y realizar un mural en un conocido bar de la ciudad. El artista lagunero Abraham Esparza extrae su teléfono celular de uno de sus bolsillos, desliza su dedo sobre la pantalla, busca el boceto de donde partirá el mural, lo encuentra, la imagen muestra a cabezas saliendo del cuerpo de un empleado, un “godín” plasmado, dejado a su suerte.
La obras de este creador, actualmente radicado en Ciudad de México, tienen una dosis de surrealismo y están marcadas por trazos existencialistas. Su necesidad creativa no se conforma con una sola plataforma: lo mismo pinta un óleo, imprime un grabado o se aventura al lenguaje binario para realizar una ilustración digital. La principal incógnita que habita su proceso radica en una cuestión personal, dirigida hacia sí mismo, ¿es el arte el agente idóneo para encontrar la respuesta?
LLAMADO CREATIVO
Lo recuerda bien, de niño solía gastar hojas de papel bond ideando dibujos, extraviándose en los trazos sobre esa superficie blanca. Lápices de colores y crayolas fueron sus herramientas. Se inspiraba en los dibujos animados que mostraban los cómics o la televisión, pero no intentaba imitarlos, sino que procuraba darles su propio sello, algo que los distinguiera.
“Trataba de crear mis propios personajes en vez de sólo hacerlos”.
Esta cualidad lo acompañó durante su crecimiento, como un mero acto lúdico, pero fue en la universidad donde decidió tomárselo con más seriedad. Entonces, Abraham Esparza se introdujo en la escena punk de Torreón y apostó por hacer diseños de serigrafía. Entonces estudiaba psicología y la región sufría una ola de violencia sin precedentes. Esos estímulos externos lo marcaron.
“Mucha gente estaba como con ese miedo, aparte me influía y tuve varias vivencias peligrosas, las cuales me hicieron pensar que ya tenía que hacer algo, incluso cambiar mi estilo, hacer algo que dijera sobre mí mismo, dejar algo para la posteridad”.
Primero vagó por caminos espirituales, influenciado por el panteísmo, una doctrina que considera equivalentes a la naturaleza, al universo y a Dios. Hoy continúa en el origen, pero se toma las cosas más a la ligera. El artista no se encapsula, da pie a la experimentación.
Esparza ha logrado lo que supone el reto primordial para todo artista: crear un lenguaje propio. Al preguntarle cómo lo consiguió, dirige el calendario al año 2017, cuando estuvo invadido por reflexiones e intentó concretarlas en ciertos patrones, en un mismo lenguaje, para que fueran más reconocibles.
Sobre sus influencias, afirma tener una formación autodidacta, pues tomó clases en líneas para tener cátedra sobre los principios básicos de la pintura. No obstante, acepta ser seguidor del pintor británico Francis Bacon y su estilo figurativo.
En sus ilustraciones suele abordar con mayor frecuencia el juego y la libertad. Mientras que sus pinturas y grabados poseen dinámicas más existenciales, donde se pregunta qué tanto lo define su propia personalidad.
“En la ilustración me estoy pasando más a la mercancía, a los objetos tangibles y cosas como peluches, figuras, y quiero seguir explorando la técnica de la pintura al óleo”.
¿Qué otras preguntas lo invaden en su proceso artístico? Abraham Esparza se toma su tiempo para responder. Reflexiona, se adentra en sus pensamientos como si pincelara ideas. Concluye que se pregunta aspectos obre sí mismo, si realmente sus obras hablan tanto de sí como cree. Para él, se trata de una pregunta clave para que un artista pueda otorgar el mensaje deseado.
Pero, ¿y esa pregunta tiene respuesta? La conclusión de Esparza es negativa: “No, no hay respuesta, hay una exploración constante que no termina”.
EXPERIENCIA CAPITALINA
En Ciudad de México, el artista lagunero ha colaborado recientemente con el Taller Imagen del Rinoceronte, fundado por el maestro Humberto Valdez. En este lugar, ha perfeccionado sus aptitudes para la técnica del grabado.
“Me ha gustado bastante trabajar con muchos artistas que tienen visiones muy diferentes, y que además te pueden ayudar a seguir avanzando en el grabado. Los maestros quieren que todos vivan de lo que les gusta hacer, apoyan mucho en ese sentido. Entonces, han sido buenas experiencias”.
Con el Taller Imagen del Rinoceronte ha participado en tres exposiciones colectivas en la capital del país y hace poco también formó parte de la muestra Travel & Art, en un centro comercial de Torreón.
“El arte para mí es libertad, básicamente”, concluyó.