La cinta competirá con otros 12 proyectos en la categoría Cortometraje Iberoamericano.
Sumergido en las tragedias de Eurípides, el lagunero Bayron Norman tuvo la idea de escribir un guion cinematográfico. Tras leer la historia de Hécuba, una mujer que en busca de venganza mata al rey Poliméstor, sacándole los ojos junto a dos de sus hijos, supo que había encontrado un arco dramático al que podía extraerle jugo.
Al proyecto lo tituló El turno de la aullante (2023), el cual fue producido gracias al estímulo económico de Proyectos Cinematográficos En Corto 2022, programa de la Secretaría de Cultura de Coahuila apoyado con recursos federales a través del Programa Apoyo a la Cultura, en su vertiente Apoyo a las Instituciones Estatales de Cultura (AIEC) 2023. En esa ocasión, el cortometraje recibió un total de 150 mil pesos.
El esfuerzo fue recompensado para Bayron Norman y su equipo conformado por varios cineastas laguneros, pues el pasado 30 de abril, el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), cuya edición 39 se realizará del 7 al 15 de junio en la capital de Jalisco, anunció que El turno de la aullante será uno de los 13 proyectos seleccionados para competir en la categoría Cortometraje Iberoamericano. Es decir, además de México, concursan países como Chile, España, Brasil, Uruguay, Panamá, Costa Rica, Portugal y Argentina”.
“Uno postula por compromiso hacia los proyectos, porque lo que mínimo que puedes buscar es que el trabajo de la gente que participó llegue a plataformas digitales. Uno siempre postula, pero sabes que las postulaciones son como lanzar una botella con un mensaje al mar y esperar a que alguien regrese con una respuesta. Al menos con este tipo de festivales que son tan importantes, es como lanzar una moneda al aire y soñar con que vuelva a caer”, indicó Bayron Norman en entrevista.
Y la moneda cayó, abriéndose una oportunidad como la obertura de un lente. El FICG, actualmente encabezado por Estrella Araiza, es considerado uno de los principales encuentros cinematográficos de Latinoamérica, pues fue fundado por figuras como Guillermo del Toro.
La historia que los laguneros llevarán a Jalisco arroja que Naomi (María Aragón), una mujer sin nada que perder, aguarda en su auto a las afueras de una prisión, es espera de que Fidel (Arturo Vázquez), asesino de su marido e hijos, quede en libertad. Naomi persigue al hombre de forma furtiva durante sus primeras horas de libertad. Al creer que ha perdido su rastro en una cantina, decide entrar al establecimiento y develarse accidentalmente ante el hombre. En sus manos carga un arma y un deseo de venganza cada vez más difíciles de esconder.
Es notable cómo el personaje de Naomi tiene poderío femenino y sentimientos de venganza, al igual que la Hécuba de Eurípides. Bayron Norman descubrió entonces que tanto Naomi como Fidel eran personajes atrapados en la misma trampa.
“Son personajes que están en el mismo limbo y lo único que tienen son actitudes distintas hacia su disposición. El personaje de Fidel es una persona que básicamente sigue viva por lo que alguna vez tuvo, no por lo que tiene ahorita. Es una persona que va saliendo de la cárcel, que al igual que Naomi no tiene nada que perder y simplemente su forma de vivir, de sentir, de estar en esta añoranza, de lo que pudo ser y no fue”.
Sobre el manejo de la cámara, se decidió el empleo de encuadres cerrados, para que dieran una sensación de intimidad, pero también de estar atrapado.
“De la mano de mi fotógrafa (Marta Moreno), tratamos de construir algo que tuviera congruencia lineal. Naomi, la protagonista, nunca deja de estar presente en el cuadro y nunca vemos nada que no sea a través de su perspectiva. Ella siempre está en primer plano de todos nuestros encuadres. Y en ese sentido, siempre la vemos de un mismo lado. Siempre vemos un mismo perfil durante todo el cortometraje, hasta el momento en el que cambia su perspectiva y se rompe su paradigma”.
El lenguaje se rompe, se pasa a algo más flexible. El color negro predomina, la misma Naomi es un objeto de duelo sobre un vehículo de venganza, por eso su automóvil es rojo. Mientras que Fidel es un objeto de añoranza, de nostalgia, por eso sus colores son más cálidos: ámbar, marrones.