Torreón

Historia Regional

El centenario del eclipse de Yerbanís y Pasaje

El espectacular evento astronómico tuvo lugar el 10 de septiembre de 1923

(CORTESÍA)

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DOMINGO DERAS TORRES

Aconteció hace un siglo. A las 13:00 horas con treinta y cinco minutos del 10 de septiembre de 1923, tuvo lugar un espectacular evento astronómico consistente en un eclipse solar que tuvo su mejor punto de apreciación en el poblado de Yerbanís, municipio de Peñón Blanco, Durango.

Otro sitio donde también se observó en todo su esplendor fue en la comunidad de Pasaje, municipio de Cuencamé, Durango. Este magnífico eclipse solar que causó un gran interés colectivo, ocurrido al norte de México, fue anunciado con semanas de anticipación por los periódicos nacionales y del extranjero; causó expectación.

Joaquín Gallo Sarlat, ingeniero geógrafo y entonces director del Observatorio Nacional de México, fue comisionado por el gobierno del presidente Álvaro Obregón para organizar la bienvenida que se les dio a los astrónomos que procedentes de varios países del mundo, vinieron a suelo duranguense a observar el eclipse.

El ingeniero Gallo Sarlat, dio instrucciones a varios de sus colaboradores para que hicieran acuciosos estudios sobre el comportamiento del cielo que tendría en esa región de Durango, el 10 de septiembre de 1923; así, se buscaba obtener un pronóstico del tiempo lo más preciso posible.

En la víspera, el interés por los laguneros de presenciar el fantástico eclipse solar se incrementó. Un comité organizador enlistó a un numeroso grupo de viajeros que deseaban presenciar el espectacular fenómeno de la naturaleza, se contrataron los servicios de varios vagones de pasajeros que saldrían de la antigua estación ferroviaria que existió por el rumbo del Mercado Alianza, el boletaje fue puesto a la venta; se agotó.

Muy temprano por la mañana de ese día 10 de septiembre de 1923, cuatro carros repletos de entusiastas viajeros fueron enganchados a una locomotora de vapor, su atronador silbato anunció la salida del tren pocos minutos después de las nueve horas con rumbo a la estación de Yerbanís. Desde antes del abordaje, imperó un ambiente de fiesta entre los paseantes apostados en los largos andenes de la estación de ferrocarril, porque iban a presenciar un impresionante evento natural; nunca antes visto en sus vidas.

El convoy ferroviario hizo escala en la estación de Pasaje, aledaña al poblado del mismo nombre, donde fueron recibidos con regocijo por sus habitantes y una pequeña orquesta que interpretaba música mexicana.

En esta comunidad se había instalado el campamento de los astrónomos procedentes de Alemania, desde las ventanas del tren, los viajeros avistaron las banderas de esa nación que ondeaban sobre las carpas. La duranguense Matilde Torres Sánchez, quien dominaba con soltura el idioma alemán, sirvió como intérprete a los científicos germanos.

El tren y sus pasajeros llegaron muy a tiempo a Yerbanís. A unos cuantos metros de la estación ferroviaria estaba el campamento de los astrónomos norteamericanos, quienes recién habían terminado de instalar sus modernos telescopios, cuidaron hasta el último detalle. Minutos antes, había arribado el convoy ferroviario que transportó a centenares de alegres viajeros procedentes de la ciudad de Durango.

El Siglo de Torreón, envió a Yerbanís un reportero para que levantara la información del eclipse, quien se trasladó en el mismo tren de los viajeros. En su edición del día 11 de septiembre de 1923, el Defensor de la Comunidad informó a sus lectores: "A la hora indicada por los sabios, inicióse el primer contacto de la sombra de la luna con el disco solar y por todas partes se escuchó la exclamación '¡Ya empezó!". Y todos los paseantes armados de vidrios de todas formas, precisamente ahumados con velas o pedazos de humeante ocote, observaban el inicio del fenómeno.

Un matrimonio que residía en su hacienda Cruces en el municipio de Nazas, Durango, acudió a Peñón Blanco a presenciar el eclipse. Ellos se llamaban Jaime Martínez del Río y Vinent y Dolores Asúnsolo López Negrete, pocos años después, ella se transformó en una famosa actriz del cine de Hollywood que llevó el nombre artístico de Dolores del Río.

Al fin, la luna ocultó totalmente al sol mirándose sólo la corona resplandeciente. En esos momentos el fenómeno fue verdaderamente impresionante. Lo imponente del espectáculo hizo que los nervios, especialmente de las mujeres, se excitaran y se oía a muchas de ellas elevar piadosas oraciones a Dios. En estos mismos instantes, un afinado clarín entonaba las tristes y largas notas del toque de silencio".

Generación tras generación, fueron narradas las experiencias de los lugareños que observaron el fantástico eclipse solar, platicaban que por instinto las gallinas se subieron a los mezquites como si estuviera llegando la noche. Los gallos cantaron cuando empezó a reaparecer la luz solar, tal y como lo hacen al amanecer.

Esos antiguos habitantes avecindados en los municipios de Cuencamé y Peñón Blanco, llamaron por décadas al fenómeno astronómico que presenciaron como "la oscuridad".

10 de septiembrede 1923 tuvo lugar el eclipse solar, con su mejor punto de apreciación en el poblado de Yerbanís.

Cobertura

El Siglo de Torreón, envió a Yerbanís un reportero para que levantara la información del eclipse, quien se trasladó en el mismo tren de los viajeros.

* En su edición del día 11 de septiembre de 1923, el Defensor de la Comunidad informó a sus lectores: "A la hora indicada por los sabios, inicióse el primer contacto de la sombra de la luna con el disco solar y por todas partes se escuchó la exclamación '¡Ya empezó!' Y todos los paseantes armados de vidrios de todas formas, precisamente ahumados con velas o pedazos de humeante ocote, observaban el inicio del fenómeno".

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