México

Ocio y trabajo infantil, realidad en México

Los trabajos a los que son sujetos varían dependiendo de la región

López López destaca que el turismo debe ser una pretexto para que los niños se sensibilicen, aprendan.

GENARO CERVANTES 1 may 2024 - 08:06

En México viven 18.9 millones de niños y adolescentes. Un 15 % de la población total del país.

El artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño establece que "los Estados Partes reconocen el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes".

Este documento fue ratificado por México en septiembre de 1990, pero para conocer la realidad de la infancia en México es necesario conocer ambos polos, el del ocio y el del trabajo, coincidiendo que este 1 de mayo se celebra el Día del Trabajo.

Entonces, ¿cuál es la realidad que viven las infancias en México, contemplando la desigualdad sistémica, la reciente crisis económica y la pandemia de COVID-19 que han cambiado la vida de miles de ellos?

OCIO EN MÉXICO

México cuenta con más de mil museos, unas 67 Áreas Naturales Protegidas y Parques Nacionales, más de 7 mil salas de cine en operación y más de 14 mil parques con instalaciones recreativas y casas de juegos electrónicos, según diversas fuentes gubernamentales y privadas.

Con todos esos espacios disponibles en el país, Álvaro López López, Doctor en Geografía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e investigador del Departamento de Geografía Económica del Instituto de Geografía de la misma Universidad apuntó que en México donde la mayoría de la población tiene condiciones de pobreza las actividades como el turismo están circunscritas al ámbito regional.

"Una tendencia clara no se da más por el hecho de la disponibilidad de recursos, ya que el turismo implica desplazamiento".

Reconoce que en México se vive una transformación en los espacios de destino turístico porque ahora las familias con hijos son más pequeñas.

"Los parques temáticos, los litorales de playa, los balnearios, todos esos espacios ligados con el agua son muy demandados por el turismo que tiene y por las familias que tienen niños".

Agrega que otros espacios que resultan atractivos son los zoológicos, que en años recientes han recibidos fuertes críticas, tal como los delfinarios, los acuarios y los circos con espectáculo animal, ya que crean un problema "muy fuerte en términos éticos", en el sentido de cómo se consume aquello que no implique la afectación de otras comunidades humanas o animales.

Señala que cada vez hay una mayor sensibilización hacia los menores, ya sea que sean incluidos en los planes de viaje hasta que haya museos interactivos los cuales impliquen actividades lúdicas para generar una concientización desde niños en sus relaciones.

López López destaca que el turismo debe ser una pretexto para que los niños se sensibilicen, aprendan, se eduquen, desarrollen prácticas sociales en términos de género, de respeto a sus compañeros y a la naturaleza.

TRABAJO INFANTIL Y EXPLOTACIÓN INFANTIL, CON DISTINCIONES

En México, la población menor de 18 años que se encuentra en situación de trabajo ha aumentado de 3.6 a 3.7 millones entre 2015 y 2022, según la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) 2022.

En este grupo, 2.1 millones de niños de 5 a 17 años realizan una ocupación no permitida por la ley.

Estos son los trabajos señalados por la ley como peligrosos tales como los de la construcción, en el campo o los bares y dónde 1.2 millones de niños están ocupados; o las ocupaciones que se realicen debajo de la edad mínima donde se encuentran 924.2 mil.

Carmen Gabriela Ruiz Serrano, profesora de carrera de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), confirmó que la tendencia del trabajo infantil ha aumentado desde la pandemia, aunque aclara que el trabajo infantil suele considerarse "sinónimo de explotación laboral infantil", cuando no es el caso, en parte del ámbito académico.

Afirma que a raíz de la pandemia de COVID-19, "se tuvo un incremento de niñas y niños que se tuvieron que incorporar a actividades productivas para apoyar en ciertas economías, sobre todo en la familia".

Señala que con la pandemia, las familias sufrieron una disminución de ingresos y en uno de cada tres hogares, experimentaron algún tipo de inseguridad alimentaria moderada o severa.

Ruiz Serrano apunta que en el contexto mexicano "muchas familias tienen una serie de valores, de costumbres que se pueden traducir en la transmisión a niños y niños en el contexto rural, ya que se espera que aprendan actividades que tienen que ver con el campo o que los padres tengan algún oficio.

Contrasta que cuando el trabajo infantil se realiza en contextos de adversidad disminuye las condiciones favorables de desarrollo de los niños y niñas, por ejemplo cuando tienen que abandonar la escuela o cuando tienen una afectación de carácter emocional, psicológica o incluso física.

En cambio, cuando aprenden oficios o se les da un lugar dentro de la familia, se vuelven actores sociales-políticos que les dan un rol en sus comunidades y la sociedad.

La profesora profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social agrega que la desigualdad y la pobreza se configuran como violencias de carácter estructural.

Sentencia que el tipo de actividades productivas a las que son incorporados los infantes responde a las condiciones sociales-económicas y de infraestructura en cada uno de los estados (del país) lo que no significa que no se manifieste a lo largo de todo el territorio nacional.

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