EDITORIAL

Elecciones en Coahuila y repercusiones

Julio Faesler

Las elecciones mañana en Coahuila y en Estado de México mostrarán hasta qué grado cala la realidad política en la mentalidad del electorado local, y de ahí, también en la nacional que ahora cuenta con más de 92 millones de empadronados.

El electorado mexicano se ha contentado a lo largo de muchas décadas a consecuentar, sumiso, gobernantes implantados por grupos, y ahora hasta de mafias, en puestos de todo nivel. La debilidad del electorado, ante las arbitrariedades de sus gobernantes y legisladores ilegítimos, no puede continuar, es incompatible, si el país ha de avanzar al ritmo que marcan sus propias necesidades.

Por otra parte, la calidad democrática de nuestra actualidad política, y sus perspectivas para el futuro, no solo es esencialmente inaceptable sino, como se verá, inestable. Si, como es costumbre, en cada nueva elección, dejamos que mayorías dirigidas por estructuras abusivas de poder, impidan la aprobación propuestas de gobierno, debidamente consensuadas y valoradas, seguiremos dejando pasar los sexenios, uno tras otro, sin nunca alcanzar los niveles de bienestar que otros países obtienen. Sin un electorado interesado en exigir, votar y vigilar gobiernos leales y comprometidos, todos seguiremos jugando a la retórica.

Desde su arranque se percibió en el régimen de AMLO la incapacidad de organización de los factores económicos y humanos que, bien unidos y articuladas con respeto humano y eficacia práctica habrían hecho que la comunidad fuera altamente productiva y de muy grata convivencia.

El primer y mayor error del gobierno federal fue la de llamar a la población de México a la controversia fratricida. Ello condenó a toda su administración a la discusión constante que impidió toda posibilidad de acuerdos sobre cómo remediar, con esfuerzos mancomunados, lo más elemental de las necesidades que urgían.

Si el árbol se conoce por sus frutos, los del gobierno saliente son más que magros, deficientes. La escala de mortandad por homicidios es de las más altas del mundo, y el nivel de violencia callejera hace de nuestras ciudades objeto de constantes avisos de alarma de policías extranjeras. En lo económico, el no haber apoyado adecuadamente a las PYMES ha desanimado la sobrevivencia de miles de ellas y ha provocado mayor concentración de empresas internacionales en nuestro suelo. La inseguridad y falta de oportunidades se ha reflejado en migración. .

En lo social, la administración saliente abrazó una estrategia mortífera que dio como resultado la proliferación de mafias y su extensión inaudita hacia prácticamente todo el mundo. El abandono del servicio médico popular, el cierre de guarderías y de hospitales, además de críticas fallas en abastecimiento de medicinas, ha costado miles de vidas inocentes.

Particularmente penoso es el saqueo que el gobierno ha hecho de fondos que pertenecían a fundaciones y fideicomisos que ahora se encuentran sin posibilidad de realizar su labor social sin que se hubiesen creado las entidades que suplieran el artificial faltante. Ya es conocido el que el financiamiento de las tres obras icónicas de la administración AMLO se ha logrado desviando recursos presupuestales y de fuentes aún no conocidas. La decisión de encerrarse bajo el sigilo de seguridad nacional lo impide.

La labor de las autoridades locales se ha visto constantemente recortado. Si en los gobiernos locales que vienen no realizamos un desarrollo cabal e incluyente, equilibrando esfuerzos y ganancias populares, las mayorías populares, de las que depende la tranquilidad política, lo exigirán con vehemencia. Es tiempo para que se promuevan sistemas razonados y ensayados, hacia fórmulas de gobierno realistas y ambiciosas, como las que se han ensayado en otros países.

Todas las elecciones que de ahora en adelante se celebren, serán ocasión de la decisión cívica de llevar a los gubernaturas, cámaras y alcaldías los personajes más capaces y representativos del país que todos queremos. Es la llamada a dejar atrás la peligrosa indiferencia o la funesta conformidad cívica que nos ha arrastrado a las condiciones que existen y que urgen reparar.

Es azaroso el futuro mundial. Por ahora no sabemos cómo habrá de destilarse la rivalidad occidente vs oriente o cual ha se ser el papel de México como potencia internacional de soporte. Nuestra visión es más extensa que la del tratado norteamericano. Creemos en respetar nuestros valores históricos e intereses actuales y futuros al servicio del país y del mundo. Pero para ser respetados en el mundo. Los ideales sociales y la gran acción ciudadana empieza en casa desde el valor de cada individuo frente a sus circunstancias y de la suma de sus talentos y empeño por vivir mejor.

El mensaje es para México. Si continuamos con la actitud insípida y sin carácter en cuanto a la urgencia de echar a andar desde ahora, 2023, habremos perdido la oportunidad que la extraordinaria coyuntura de renovación y ambicioso panorama nos ofrece.

Las elecciones de mañana son de incalculable importancia y esperamos con entusiasmo sus resultados.

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Escrito en: ahora, gobierno, electorado, mundo.

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