EDITORIAL

Mitos y realidades del agua en La Laguna (I)

Gerardo Jiménez González

En algún momento un investigador científico que visitó La Laguna expresó que los laguneros somos parte de una sociedad hidráulica, donde es común escuchar opiniones diversas sobre la problemática del agua en La Laguna, pareciera que todos sabemos al respecto, como sucede con la selección nacional de futbol en la que todos creemos tener una opinión calificada como si fuéramos entrenadores.

He escuchado a personas que dicen que supieron de algún pozo en el que se aforó un volumen de 40, 50 o hasta 80 litros por segundo, afirmando que en La Laguna hay mucha agua; de igual manera escuchamos a funcionarios públicos locales, sean alcaldes o gobernadores, que expresan que repusieron pozos y encontraron agua, aunque sea a 450 metros de profundidad como recientemente ocurrió con el ubicado en Viñedos, y así sucesivamente hay otros casos. Ese es uno de los mitos y realidades que sería conveniente comentar, ya que dependemos de la información disponible y accesible.

Lo primero que habremos de preguntarnos es si los datos generados por estudios oficiales sobre este tema pudieran ser calificados de poco confiables, o que son elaborados con métodos o enfoques erróneos, pero son los disponibles y, por principio de cuentas, nos basamos en ellos. Sobre la confiabilidad habrá varios casos que se podrán señalar: que CONAGUA no tiene suficiente personal o presupuesto para hacer mejor su trabajo, o si son adecuados los métodos que utilizan para determinar la disponibilidad de agua en los acuíferos o para delimitarlos, etc. En casos puntuales habrá expertos en la materia que opinen o corrijan esos datos y los métodos para obtenerlos, pero volvemos a lo mismo, son los existentes, y si queremos mejorarlos hay que hacer cambios en la forma de obtenerlos.

Afirmar que en La Laguna hay mucha agua es una realidad que los datos oficiales confirman en sus estudios, entendiendo por esta afirmación el contexto árido en el que se nuestra región, donde en promedio llueven 240 mm al año. Los datos oficiales indican que la oferta natural de agua que tenemos los laguneros es de un promedio anual de 2,000 hm3, que en el norte-centro de México solo es igualada por el valle de Delicias, Chih., y deseada por otras regiones o metrópolis urbanas importantes como Monterrey, Chihuahua, Saltillo, Zacatecas, San Luis Potosí, Ciudad Juárez, entre otras.

De ese volumen anual de agua disponible alrededor de 1,100 a 1,200 hm3 provienen de aguas superficiales de los ríos Nazas y Aguanaval, en su mayoría almacenados en las presas y utilizados casi en su totalidad en la agricultura del Distrito de Riego 017, complementados con 850 hm3 que se almacenan en los ocho acuíferos que se identifican en el subsuelo de los 15 municipios de nuestra región. Entonces, ¿si hay tanta agua porque durante los últimos años las familias tienen desabasto en sus viviendas? y ¿porque por más de medio siglo se detectó que hay personas que se padecen diversas enfermedades derivadas de la ingesta involuntaria de agua contaminada? Quizás la respuesta está en cómo hemos gestionado ese mundo de agua de tal modo que enfrentemos estas afectaciones sociales.

Ciertamente, en La Laguna el problema no es de disponibilidad de agua, porque el volumen señalado es suficiente para cubrir la demanda de los 1.6 millones de habitantes que vivimos en la región y que solo consumimos menos del 10 % de ese total, y lo sería para apoyar otras actividades que aseguren una mayor prosperidad económica que la que tenemos. El problema es de gestión, así lo hemos señalado desde hace varias décadas, creemos que es porque no regulamos y somos poco eficientes en algunos de los usos que hacemos de este vital líquido.

Partamos de este volumen disponible que tenemos. Hay dos lugares donde se concentra el 75%: las presas El Palmito y las Tórtolas que almacenan cuando menos el 50% del agua superficial (alrededor de 1,000 a 1,100 hm3), que usamos con un 40% de eficiencia global en el Distrito de Riego 017, volumen estimado que realmente se aplica en los cultivos, y el Acuífero Principal que almacena en el subsuelo el otro 25% (alrededor de 500 hm3), de donde abastecemos a la población el 10% señalado, pero que manejamos con una eficiencia física de 50%. El restante 15% se obtiene de otras fuentes menores como el agua superficial del río Aguanaval y los otros siete acuíferos.

¿Por qué es un problema de gestión? Porque no hemos sabido administrar el agua. Si mejoráramos la eficiencia en el manejo y uso del agua superficial en la agricultura, cada 10 puntos porcentuales nos representarían una disponibilidad adicional a la actual de alrededor de 100 hm3, suponiendo que sea imposible lograr la eficiencia de 100% por las "pérdidas naturales" debido a la evaporación y filtración, que en realidad no son pérdidas, esa agua se reincorpora al ciclo hidrológico, pero que redujéramos las llamadas pérdidas técnicas por el estado de la infraestructura hidroagrícola, o sociales por el tráfico ilegal del agua, podríamos usar esa agua disponible para otros usos.

En el caso del agua subterráneas enfrentamos el ya conocido problema de la sobreexplotación del Acuífero Principal, donde se encuentra ese 50% de agua disponible que nos ofrece la naturaleza: hemos concesionado 150 hm3 por encima de la recarga natural y le extraemos adicionalmente más de 400 hm3 en forma ilegal, lo estamos abatiendo aceleradamente al bombear agua sin control, la mayor parte de los volúmenes que se extraen no se miden y algunos usuarios abusan de esa extracción. De esta fuente nos abastecemos agua para consumo doméstico los laguneros y, aunque la manejamos de manera ineficiente, de no estar sobreexplotado el acuífero no tendríamos los problemas de desabasto y contaminación que nos afectan. Si es un mito que no hay agua en La Laguna, hay mucha, pero manejada deficientemente. Eso es lo que hay que corregir.

Escrito en: agua, volumen, Laguna, disponible

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