EDITORIAL

¿Oposición?

ÁTICO

En primer lugar, un PRI que es, bueno, el PRI. Es decir, el mismo partido de siempre o, peor, su concentrado. Un cadáver insepulto que se resiste a morir y en cuyos restos medran unos cuantos bacilos decididos a sobrevivir hasta el final. Un walking dead que, sin reconocerse extinto, intenta devorar todo lo que encuentra a su paso, en particular a los otros partidos que se topa en el camino, el PAN y el PRD, hasta dejarlos en los huesos. El antiguo partido hegemónico que, tras perder el poder el 2000 y recuperarlo en 2012, descartó cualquier crítica interna -refractaria a su ADN- y se empeñó con todas sus fuerzas en seguir fiel a sus costumbres: la corrupción convertida en una de las bellas artes -baste ojear la Estafa Maestra- y la simulación que siempre distinguió su proceder: fingirse una cosa -un partido de oposición, por ejemplo- y ser otra: un lucrativo negocio para sus dirigentes.

En segundo lugar, un PAN que no es, por desgracia, el PAN que, tras años de bregar en el desierto, logró el triunfo en el 2000. Más bien su reverso: un PAN que, desdeñando su vieja tradición democrática, rápidamente se dejó contaminar por los virus priistas que permanecían adheridos a la silla presidencial. Un PAN que, cuando tuvo la ocasión histórica de en verdad sacudir al país, de eliminar sus estructuras extractivas, de modificar sus sistema de justicia, de desbrozarlo, pues, de su priismo, optó por lo contrario: no hacer nada. De inicio, un gobierno improvisado e ineficaz. Luego, en una segunda oportunidad obtenida a fuerza de poner en práctica las mismas estratagemas viciadas del PRI, convirtió al país en un cementerio e inició la andadura militar que AMLO ha elevado al cubo.

El tercer lugar es casi irrelevante: unas siglas que a estas alturas nada significan: muy poco queda del PRD de Cuauhtémoc Cárdenas excepto unos cuantos dirigentes peleados a muerte con López Obrador. Otro zombi que, para creerse vivo -y conservar sus magros recursos- se esfuerza en hacer justo lo inverso de lo que intentó en otra vida: unir el agua y el aceite, el PRI y el PAN, la única garantía que les permitiría conservar su condición de rémora.

Esta es la gran alianza que, según muchos, logrará derrotar al partido del Presidente en 2024. Un conglomerado de fuerzas que encarnan lo peor del sistema político mexicano: casi un siglo de autoritarismo, ineficacia, corrupción y muerte. Un batiburrillo en el que la ideología desde luego no interesa, pero tampoco tener un mínimo programa común. A su cabeza, algunos de los cuadros más cínicos en su larga historia de hipocresía. Ni el PRI ni el PAN han intentado siquiera reconocer su siniestro pasado inmediato: ni un solo intento de reforma interna, de renovación de cuadros, de articular ideas innovadoras. Como si el PRI no fuera responsable de nuestra tradición autoritaria y de la simulación con que se construyeron todas nuestras instituciones; como si el PAN no hubiera desatado la militarización y la violencia extrema; y como si el PRD -vaya- no hubiera sido por años el partido de López Obrador.

El odio a AMLO como única meta común. ¿Basta? Los radicales -esos que, insisto, tanto se parecen a él- dirán que sí. Que arrebatarle el poder es la Gran Causa y que cualquier otra consideración -solapar a Alito o al cártel inmobiliario, por ejemplo- es solo un distractor.

Una vez en el poder, López Obrador ha demostrado su verdadera naturaleza: su carácter ferozmente reaccionario y conservador. Y lo ha hecho llevando al límite las prácticas y medidas de sus predecesores. En el fondo, solo ha resucitado el autoritarismo del PRI y exacerbado la militarización del PAN. Es el monstruo que ha devorado a sus doctores Frankenstein. Y, así como al ocupar la silla presidencial solo los ha imitado y superado, ellos -¿la oposición?- no anuncian otra cosa que el mismo quítate tú para que me ponga yo.

Queda, por allí, Movimiento Ciudadano, una incógnita: una mezcla de valiosos críticos del sistema con sus impresentables gobernadores.

¿Oposición? Unidos en su lamentable forma actual, PRI, PAN y PRD son más bien la garantía del triunfo de Morena en 2024.

@jvolpi

Escrito en: que,, partido, solo, otra

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