EDITORIAL

De la alternancia a la regresión antidemocrática

Juan Antonio García Villa

Durante buena parte del largo periodo de partido hegemónico, casi único, que se prolongó por más de siete décadas, solía decirse, como descripción de la realidad imperante, que en México "nunca pasaba nada".

Claro, hasta que algo pasaba, que era muy de vez en cuando. Y todo ello bajo el estricto control del llamado "sistema", que básicamente se componía de dos elementos, como acertadamente los identificó y definió Daniel Cosío Villegas, a saber: el exacerbado presidencialismo y el partido oficial. Y como el segundo era simple instrumento del primero, sólo quedaba en realidad el Presidente, como voluntad única e inapelable de todo cuanto se hacía y decidía en el país.

Recordado esto ahora, a algunos les podría parecer exageración, pero literalmente así era. Fueron los tiempos en que estaba instalada la que Vargas Llosa llamó la "dictadura perfecta". No se movía la rama del árbol, ni se aprobaba nada en el Congreso, vaya, ni siquiera se inauguraba una toma pueblerina de agua sin antes recabar la autorización, el visto bueno o al menos dar conocimiento al Señor Todopoderoso, omnisciente y omnipresente. El mismo que nombraba a su sucesor, lo cual muchos veían como algo enteramente normal. Como advierten que el actual hará exactamente lo mismo.

Ahora se puede afirmar que los acontecimientos se suceden en cascada incontenible. Ciertamente ya no es más el país en el que nada sucedía. Hoy en día los ciudadanos, más atentos a lo que en el ámbito público sucede, son sacudidos de manera casi permanente al tomar conocimiento de hechos que en una u otra forma impactan la vida nacional.

¡Y vaya que suceden cosas! Entre otras las embestidas contra el INE, la anulación para todo efecto práctico del INAI (en perjuicio de la transparencia), los furiosos ataques a la Corte, el riesgo latente de que en cualquier momento el llamado Plan B, por las fuertes presiones que se ejercen, cobre vigencia a pesar de su notoria inconstitucionalidad; la ministra plagiaria que sigue ahí tan campante causando daño al prestigio de la SCJN; la creciente militarización del país; el desabasto de medicamentos, que parece no tener fin a pesar de que se niegue. Y así una larga lista de acontecimientos, que literalmente tienen en vilo a la sociedad mexicana.

Más aún, por si lo anterior no fuera suficiente, se presenta ahora la enfermedad del Presidente, que da lugar a especulaciones de todo tipo por las contradicciones e incoherencias en que se ha incurrido al proporcionar la información (si así se le puede llamar) del caso. Increíble que hasta en esto enseñen los responsables la oreja de lo que verdaderamente son.

Por el esfuerzo callado, pero perseverante y tenaz, de quienes sin esperar nada a cambio, con paciencia, lograron la alternancia hace un cuarto de siglo, como paso inicial hacia el desarrollo democrático pleno, supusieron desde luego que harían de México el país, donde sucederían, para bien, las cosas.

Lo lograron, es cierto. Pero nunca imaginaron que lo que dos décadas después empezaría a suceder, iría en la línea de regreso al viejo régimen. Peor aún, por ser evidente, que el presidencialismo del pasado palidece ante las desmesuras, autoritarismo, narcisismo, talante antidemocrático, mesianismo y mitomanía del actual. Todo indica que esto no va a terminar bien.

Escrito en: nada, esto, realidad, Presidente,

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