EDITORIAL

Una crisis civilizatoria

Jorge Álvarez Fuentes

Múltiples preguntas fundamentales asolan nuestro tiempo. ¿Tendrán razón los científicos sociales pensadores, comunicadores al señalar que el mundo enfrenta una crisis civilizatoria? Si de verdad estamos empeñados en explicarnos las múltiples crisis que han puesto en riesgo la vida en el planeta ¿seremos entonces capaces de encontrar las salidas necesarias, de diseñar y ejecutar las soluciones sostenibles? ¿Será ésta la crisis terminal del patrón civilizatorio de la modernidad, la del capitalismo globalizado? ¿Acaso hemos llegado ya a los límites del crecimiento y nos encontramos al borde de una ruptura irreversible entre la sociedad y la naturaleza? ¿Tendremos el tiempo, la visión y las capacidades suficientes para construir nuevas formas de vivir, de relacionarnos, de producir y consumir, estando inmersos en tantos apremios? Repasemos algunas de las evidencias que siguen acumulándose, ratifiquemos las acciones prioritarias. Quizás sólo así seremos congruentes al unirnos los seres humanos para "celebrar" el Dia de la Tierra.

Los riesgos de la crisis global se han incrementado con la inercia e inacción de las instituciones multilaterales, la ausencia de procesos democráticos en la toma de decisiones y la ineficacia para resolver las crecientes amenazas a la paz y la seguridad internacionales. Ciertamente son parte del problema, pero sin ellas no habrá soluciones. La inflación, la recesión económica y las situaciones de impago de la deuda de naciones e individuos están agravando las dificultades del sistema financiero internacional. La intimidación y coacción económica y comercial y el acoso tecnológico de Estados Unidos y China, principalmente, están a la orden del día. Por ello necesitamos repensar, de manera radical, diferente y urgente, la economía mundial, la demografía, las telecomunicaciones, los intercambios comerciales de bienes y servicios y los sistemas de justicia. Por ejemplo, es falso seguir creyendo que el aumento de la población mundial en un planeta con recursos limitados es la causante principal de la emergencia ambiental y de las otras crisis, idea muy extendida.

Cada día son más las violaciones a los derechos humanos en el mundo; aumenta el tráfico y consumo de drogas y el flujo de armas de fuego ilegales; se multiplican los actos de corrupción y se "normalizan" las conductas contrarias a la ley, los robos y fraudes; se incrementa la trata de personas, se amplían las actividades terroristas, el comercio ilícito, las tareas de espionaje y se cometen múltiples delitos contra el medio ambiente. Proliferan los ataques y aumentan los riesgos de la ciberseguridad. Las organizaciones criminales, no sólo las de narcotraficantes han crecido en sofisticación y poder. Sus redes se entienden desde la fabricación, distribución y venta de cocaína, metanfetaminas, heroína y fentanilo hasta alcanzar muy diversas formas de lavar dinero, vulnerar la privacidad, confidencialidad de la información y los datos personales, repercutiendo en las maneras de trabajar, de ganarse la vida, de comunicar y de migrar de millones de personas.

Siguen incrementándose los desplazamientos humanos y los flujos migratorios debido a la violencia, la marginación y la pobreza. Mientras aumenta la importancia y dependencia de las tecnologías de la información, se extiende la desinformación, la manipulación de las tendencias de opinión. Prevalecen los discursos xenófobos, populistas y racistas al amparo de una extendida infodemia y las noticias falsas. Así, los migrantes se han vuelto los chivos expiatorios, las víctimas de la abdicación de los Estados.

Las guerras internacionales y los conflictos internos se intensifican, con la participación de soldados, mercenarios, paramilitares y milicianos, mientras crece la producción y las ganancias de las industrias militares. Está en auge el comercio y el trasiego de armas, habiéndose desatado, también, una peligrosa carrera armamentista. Urge analizar y acordar qué hacer ante la violencia criminal, el desgarre del tejido social y la polarización. Necesitamos definir qué acciones se requieren para elevar y asegurar la calidad del Estado de derecho en muchísimas naciones y lograr que prevalezca la transparencia, cese la impunidad y haya medidas de reparación y justicia transicional.

El calentamiento global y el cambio climático constituyen el mayor desafío. Sus consecuencias están repercutiendo en todas las manifestaciones de la vida. Pero difícilmente podremos enfrentar una crisis civilizatoria mundial utilizando los mismos instrumentos del siglo pasado. Se requieren nuevas herramientas, fincadas en la unión de conocimientos científicos, voluntades y esfuerzos, por parte de individuos, organizaciones e instituciones para conseguir una pronta acción colectiva a nivel global. Tenemos los conocimientos y los medios para conseguir las soluciones necesarias, pero se requiere que la humanidad en su conjunto actúe con mayor determinación, acelerando las acciones climáticas para conseguir reducciones más drásticas y rápidas de las emisiones de gases de efecto invernadero, a fin de limitar a 1.5 grados Celsius el aumento de la temperatura en el mundo.

Sin embargo, simultáneamente se debe alertar sobre los experimentos de geoingeniería solar y profundizar el debate entre los gobiernos, las instituciones académicas, las organizaciones de la sociedad civil y los medios de comunicación sobre aquellas propuestas abiertas o encubiertas que en África y América Latina buscan llevar a cabo intervenciones de manipulación climática consistentes en aplicar tecnologías e ingenierías disponibles para bloquear parcialmente los rayos solares, mediante la inyección de dióxido de sulfuro en la estratósfera. Como si fueran esas intervenciones neutras, justas e inocuas por ser una manera rápida y económica de bajar la temperatura. Falso. En enero pasado el gobierno de México anunció, precautoriamente, que no permitirá esos experimentos en nuestro territorio, pero se debe avanzar en concretar las necesarias disposiciones legales y cumplirlas.

@JAlvarezFuentes

Escrito en: crisis, económica, están, organizaciones

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