Las tensiones en el Indo Pacífico van en aumento. El gobierno de Estados Unidos considera el expansionismo naval de China una amenaza. Sus decisiones parecen indicar que ahora sí está dispuesto a impedirlo. Otras naciones y potencias no pueden ir tan lejos, pero estiman necesario actuar. Todos tienen presente éste y otros escenarios geopolíticos y geoeconómicos inquietantes. Ninguno puede permanecer a la espera o quedarse de brazos cruzados. Mucho menos cuando las relaciones entre Estados Unidos, China y Rusia tienen tal desarreglo que resulta impredecible saber si seguirán trayectorias de confrontación o de cooperación. China reclama la soberanía de casi la totalidad de su mar meridional, la que le disputan parcialmente Filipinas, Vietnam, Malasia y Brunéi. Este reclamo fue desestimado en 2016 por un tribunal internacional, pero lejos de frenar sus planes, China apresuró la construcción y despliegue de buques, activó el cerco sobre aquellas islas y atolones en disputa y estimuló la rápida construcción de islotes, a fin de ampliar, de manera definitiva, sus capacidades operativas aeronavales. El mar meridional de China es una importantísima ruta de navegación, vital para el conjunto del comercio internacional: 3.37 trillones de dólares transitan anualmente por esas aguas internacionales. Para la principal potencia militar y económica del mundo la libertad de navegación es un asunto crucial y estratégico en todas las latitudes. Para la potencia asiática las acciones asertivas, no las conductas cautelosas, definirían esta nueva época.
Al instar al Congreso a aprobar un presupuesto de 842 mil millones de dólares, el secretario de defensa estadounidense insistió en que sus fuerzas armadas en Asia deben modernizarse de manera urgente, e incrementar sus capacidades militares de emplazamiento y reacción, tanto en el Pacifico como en el Atlántico. Pero al tener la mirada atenta en el Este, el máximo poder debe alcanzarse en el corto plazo, junto con las capacidades de países aliados como Japón, incorporando el desarrollo de nuevas armas ofensivas, cohetes hipersónicos, misiles balísticos, aviones de última generación. Proseguir a la brevedad con la ya anunciada compra y construcción de nuevos submarinos nucleares con Australia y el Reino Unido: concretar la alianza militar AUKUS. El Pentágono sostiene la tesis de que las potencias occidentales deben prepararse para sostener una factible confrontación bélica con el gobierno de Xi Jinping, quien acaba de ser ratificado como presidente para un tercer periodo (2023-2028). La Asamblea Nacional confirmó el compromiso del gobierno, el partido comunista y el ejército con la reunificación de Taiwán, como una ruta esencial para revitalizar el crecimiento de la segunda economía del mundo, en abierto desafío al compromiso defensivo estadounidense.
La recientísima visita a EUA de la presidenta taiwanesa, que, atención México, se extendió a Guatemala y Belice, dos de los últimos aliados que mantiene en Centroamérica, provocó, como era esperable una respuesta inequívoca de China, una nueva advertencia, consistente en ejercicios aeronavales de disuasión en el estrecho de Taiwán, que incluyeron el envío de barcos de guerra, la demostración de lanzamisiles y el uso de aviones caza. Maniobras abiertas y entrenamientos orientados a la realización de combates en un asedio naval, aéreo y terrestre completo sobre la isla en rebeldía. Estos estuvieron precedidos por maniobras entre fuerzas estadounidenses, japonesas y surcoreanas destinadas a detectar, dar seguimiento y eliminar las amenazas balísticas aéreas y submarinas provenientes de Corea del Norte, país que no ha dejado de realizar ensayos este año. Pyongyang asegura haber probado, con éxito, un dron nuclear submarino. Todo ello a escasos días de la celebración de unos ejercicios militares a gran escala entre Estados Unidos y Filipinas, diseñados para refrendar su histórica alianza militar. Mientras EU sigue sin confirmar informes que China podría haber obtenido, en tiempo real, datos sobre algunas de sus instalaciones militares, gracias al globo espía detectado y derribado en febrero pasado .
Pareciera que algunos líderes y tomadores de decisión en los sectores de defensa y los servicios de inteligencia han dejado de considerar aceptable mantener el statu quo; que ha llegado la hora de definir posiciones y coordinar estrategias sobre los diversos desafíos globales presentes, los cuales no se circunscriben a Ucrania, a la expansión de la OTAN o a los candentes conflictos en el Pérsico, Medio Oriente o África. Evidencias indican que están cambiando los enfoques. Nuevos acuerdos están siendo promovidos para poder enfrentar escenarios de conflicto, para que grupos de países puedan trabajar y operar juntos y enfrentar a adversarios en dos o más regiones. Estados Unidos está negociando activamente el acceso de tropas estadounidenses a nuevas bases militares, ya sea en países estratégicos de Europa, con fronteras con Rusia, en África o en el archipiélago filipino.
En el Indo Pacifico, China ha tomado la firme determinación de contrarrestar, de manera inteligente, la voluntad estadounidense de impedir su ascenso mediante la adopción de medidas de contención o con intentos para conseguir su aislamiento. Por eso mismo, a nadie debe sorprender que últimamente Pekín haya tomado una serie de medidas incrementales para cooperar con los EUA en materia de seguridad, que van desde firmar la Convención sobre Armas Químicas y el tratado de prohibición de pruebas y ensayos nucleares, hasta considerar poner fin a la ayuda destinada a las instalaciones atómicas de Pakistán, suspender transferencias tecnológicas a este último, o bien revisar el comercio nuclear y de misiles crucero antibuques con Irán. Incluso, quizás, esforzarse en apaciguar, si conviene, las amenazas y provocaciones norcoreanas.
@JAlvarezFuentes