EDITORIAL

Una columna fúnebre

Manuel Rivera

Hoy quiero que el desorden de letras que suele haber en este espacio trate acerca de algo verdaderamente importante.

Lo deseo de corazón, tanto como el éxito de la política energética nacional, convencido de que aun cuestionando la frecuente pelea que sostiene el gobierno federal contra la verdad y el pensamiento científico, la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador es la del México de todos.

Apostar, como muchas veces lo hace la anquilosada "oposición", al fracaso del gobierno federal, sería igual a escupir hacia arriba o creer que antes de las propuestas para construir el país están las ansias por verlo destruido, lo que poco importa si en ella se arrasa también con el adversario.

Sabiendo la existencia en este medio de analistas políticos de verdad, no quiero especular sobre asuntos como la insistencia de la Fiscalía General de la República para aprehender a Francisco Javier Cabeza de Vaca, ex gobernador de Tamaulipas.

Tampoco quiero debatir si la que parecía prometedora carrera política de Cabeza de Vaca fue detenida, al menos temporalmente, por su ambición o la incapacidad de sus colaboradores que terminó asociándolo a la corriente neopanista de hombres de negocios antes que de política, lo que permite coincidir con la afirmación hecha en el mitin del 18 de marzo por el primer mandatario: "Habrá continuidad en 2024".

Aspiro entonces a exponer algo más importante que la acción de profundo contenido humano anunciada en Torreón, dirigida a bloquear el acceso a estructuras para evitar suicidios por precipitación, pues tan solo en el transcurso de este año han sido contabilizados siete intentos de semejantes para acabar de esa manera con su vida.

Insisto: este día pretendo abordar algo todavía de mayor importancia, por lo que pido la comprensión del lector para refrescar un diálogo que tuve conmigo mismo en torno a la muerte, asunto que este día me hace considerar absurdos a todos los demás.

"Tras asomarte al féretro y verte en el espejo que adelanta el tiempo, crees entender al menos dos cosas: que hasta muerta ella te sigue invitando a vivir plenamente y que lo único no simulable es la muerte.

"Aquí, ante este cuerpo ausente ya de sentires, te queda claro que es necesario abordar la existencia como una obra de teatro en la que todo puede ser simulado, menos la caída del telón.

"Lleva muchas horas absolutamente inmóvil en su envoltorio final, representando, con perfección que abofetea, el inexorable final del juego de la vida, ese de suspiros más o menos largos, más o menos frecuentes.

"Ante esta realidad muchas veces inaceptable, dudas entre la risa o compasión que provocan quienes se creen inmortales monarcas ungidos por la ignorancia o el deseo de venganza, reinando sin pudor ni perdón alguno, usando y humillando al miserable, con la razón o sinrazón de quien simula creer en un solo dios y vive sabiendo que su inexistencia le exentará de castigo.

"Ante la verdad incuestionable que representa el cadáver que observas -¿o te observa?-, debates entre aceptar carcajadas o piedad en tu calidad de ente simulador de sí mismo.

"La falsedad, por ejemplo, de los sentimientos de un gobernante expresados ante la plebe, su continua manipulación de cifras o su desprecio a los demás como elementos siquiera vivos en la monarquía de la soberbia, son todas simulaciones que mantienen una realidad de retroceso, pero, al fin, realidad.

"Igual sucede con el individuo, cuyos primeros engaños son soslayar su fugacidad sobre la tierra y disfrazar lo que es con lo que los demás le dicen debe ser.

"Ante la inamovilidad de la fúnebre imagen que te sacude piensas, al menos por un momento, que llegó el tiempo de rebelarte al absurdo miedo del arribo de la nada, que te lleva a usar máscaras para burlarla con bienes y circunstancias temporales de poder, terror que ahora entiendes resulta superlativamente estúpido, puesto que desde el primer instante de tu existencia la muerte camina a tu lado, con o sin invitación, la veas o no, la desnudes o la disfraces.

"¿Existes, en serio? ¿O sólo en simulación?, te preguntas. Luego imaginas la fría y rígida mano que hace algunas horas conducía calor y movimiento y te entiendes un poco más".

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Escrito en: quiero, muchas, existencia, abordar

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