EDITORIAL

La UNAM acechada

Juio Faesler

La propuesta del diputado Armando Contreras Castillo, de Morena, para designar al titular de la rectoría directa y sufragio universal, libre, secreto, personal e intransferible por la comunidad universitaria quizá no pase de ser un pasajero halago sumiso a AMLO. A la luz de la obsesión por desarticular refundar y someter entidades a la 4 T con el declarada intención de prolongar al siguiente sexenio su programa político personal, no cabe sino entender la iniciativa mencionada como un halago a la personalidad de su líder y que solo falta formalizarse en agenda para ser discutida en comisión.

No hay que dejar este precursor tóxico sin comentario. La autonomía de las universidades no es privativa de la UNAM. Es vital para todo los centros de estudios superiores donde la independencia de expresiones políticas de moda nada tienen que ver con sus verdaderas funciones. Las amplias reseñas publicadas por la UNAM nos permiten recordar los antecedentes del tema.

El movimiento que llevó a la autonomía de la Universidad Nacional de México comenzó por el rechazo estudiantil en la Escuela Nacional Preparatoria y la Escuela de Derecho contra la arbitraria imposición de un sistema de exámenes. La protesta de los estudiantes y profesores que pronto demandó que el Consejo Universitario estuviera formado por representaciones proporcionales de maestros y alumnos para asegurar un gobierno autónomo de la Universidad.

El Presidente Emilio Portes Gil expresó que "como un hombre de extracción universitaria incluso cerca todavía de la vida estudiantil" entendía que el deseo de los estudiantes era de ver a su Universidad libre de la amenaza constante a su vida interna y para evitar ese mal el camino era de establecer y mantener la autonomía universitaria…por lo que convencido de lo anterior formulaba un proyecto de decreto estableciendo la Universidad Autónoma. El Rector Antonio Castro Leal recalcó que ese "ideal constante de todos los universitarios" era uno de los postulados más elevados, más sublimes de la Revolución…y los gobiernos del presidente Madero y de la Convención habían considerado la idea de la autonomía universitaria como la de la Universidad Michoacana en 1917. El 10 de julio de 1929 el presidente Emilio Portes Gil promulgó la Ley Orgánica de la Universidad Nacional de México, Autónoma,

El año 1933 guardaba un serio reto a la autonomía universitaria. El Rector Roberto Medellín y Vicente Lombardo Toledano organizaron el Primer Congreso de Universitarios Mexicanos para definir rumbos y objetivos. Don Antonio Caso y Vicente Lombardo Toledano debatieron sobre la ideología que debía prevalecer en la enseñanza nacional.

La segunda comisión del Congreso concluyó: "Siendo el problema de la producción y de la distribución de la riqueza material el más importante de los problemas de nuestra época y dependiendo su resolución eficaz de la transformación del régimen social que le ha dado origen, las universidades y los institutos de tipo universitario de la nación mexicana contribuirán …a la sustitución del régimen capitalista, por un sistema que socialice los instrumentos y los medios de producción económica…."

"Las enseñanzas que formarían el plan de estudios correspondientes al bachillerato, obedecerían al principio de la identidad esencial de los diversos fenómenos del universo… la historia se enseñará cómo la evolución de las instituciones sociales, dando preferencia al hecho económico como factor de la sociedad moderna, y la ética, como una valoración de la vida que señala como norma para conducta individual, el esfuerzo constante dirigido hacia el advenimiento de una sociedad sin clases, basada en posibilidades económicas y culturales semejantes para todos los hombres".

Como reacción se originó un dinámico movimiento estudiantil en rechazo al proyecto educativo de reforma socialista que representaba para muchos universitarios la imposición por parte del Estado de una ideología en la enseñanza, ajena al sentir nacional y contraria a la libertad de cátedra.

Como respuesta el gobierno mexicano decidió romper los vínculos con la Universidad mediante la Ley Orgánica de 1933, otorgando la plena autonomía dejándola bajo su exclusiva y absoluta responsabilidad y con sus propios elementos pecuniarios y morales.

La reacción en contra de los acuerdos adoptados por el mencionado congreso germinó dentro de la Facultad de Derecho una oposición de profesores como Enrique González Aparicio, Antonio Carrillo Flores, Miguel Palacios Macedo, Roberto A. Esteva Ruiz, Manuel Gual Vidal y Rodulfo Brito Foucher, exigiendo en una asamblea realizada el 26 de septiembre de 1933 el respeto por la libertad de cátedra.

El aspecto fundamental de la Ley de 1933 fue la supresión del carácter nacional de la Universidad. En el discurso del secretario Bassols claramente se decía que la Universidad, al dejar de ser nacional, se convertía en una universidad más del país, que "quedará colocada en el único plano que en justicia le corresponde". Y al dejar de ser nacional, el gobierno podía dejar de cubrir el subsidio que hasta entonces se le había entregado a la institución subsidio por la constitución de un capital de 10 millones de pesos de cuyos viviría la Universidad -a pesar de que su presupuesto anual superaba tres millones de pesos- constituyeron solamente algunas de las formas para acosar a la institución.

Tras la aprobación de la Ley Orgánica de 1933 se reunió el Consejo Universitario, el 23 de octubre, para designar como encargado de la rectoría a Manuel Gómez Morín, quien al enfrentarse a los serios problemas financieros de la Universidad puso en marcha la política de austeridad y trabajo y una mayoría de maestros decidieron en solidaridad con la institución no cobrar sus estipendios.

La historia es para aprender de ella. La constante lucha que ha sostenido la comunidad de estudiantes y profesores de la UNAM para mantener incólume su libertad contra los acechos del poder público no termina. La propuesta del diputado Armando Castillo Contreras, abriría a la institución a un horizonte de elecciones vulnerables a presiones ideológicas siempre activas. En estos momentos de confusa inestabilidad nacional y mundial y amenazas anárquicas, la UNAM, próxima a elegir un nuevo Rector, requiere la firme solidez de su estructura por encima de repentinas maniobras que no tienen ninguna explicación positiva. Volveríamos a lo resuelto en 1933.

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