EDITORIAL

Víctimas

Yamil Darwich

Tener la oportunidad de evadir la responsabilidad nos hace pensar en la manera de presentarnos antes los demás como víctimas: "persona o animal que sufre un daño o un perjuicio a causa de determinada acción o suceso".

Es la manera más simple de justificar fallas, omisiones o errores y tal actitud llegamos a asumir en algún momento de nuestras vidas, cuando es conveniente y no encontramos la solución madura y responsable ante situaciones, buscando engañar y justificar -nos.

Es una mala manera de liberarse de compromisos, trabajos y/o responsabilidades contraídas.

Comodidad del irresponsable y de personas emocionalmente inmaduras que tienden a la actuación, aparentando ser víctimas para maquillar sus deficiencias humanas.

Es sabido que "nadie es perfecto" y que cometer errores "de humanos es" y todos, en algún momento, tendemos a utilizar el recurso. Claro que entre más frecuente lo hagamos, reflejará nuestra incapacidad para formar parte saludable de la sociedad.

Usted ya conoce casos irremediables, como los muchos politiqueros que nos tienen parasitados.

Ser líder representa responsabilidad, trabajo y esfuerzo, por encima de la medida que se exige a los demás; para la mayoría, es más cómodo aceptar un papel secundario y dejarse llevar por quien toma el reto a su nombre, muchas veces abusados por ese que aceptó el puesto, aprovechando nuestra negligencia en propio beneficio. Cuando, además le es conveniente, nos chantajeara fingiéndose "la víctima que aceptó sacrificarse".

El líder negativo y deshonesto se presentará como víctima para justificar sus deficiencias en el servicio, justificando su fallida atención a los problemas; encontrará culpables para que carguen con el error cometido y exigirá "¡justicia!", pidiéndonos comprensión y apoyo ante sus adversarios, por ser víctima de los ataques injustos e inmorales de esos "abusivos del pasado" intentando regresar, señalándolos como responsables de los fracasos; desde luego que los positivos los declara propios.

Habría que preguntarnos los porqués de la presencia de tales personajes y analizar nuestra idiosincrasia mexicana; además, cuantificar cuánto nos afectada en la vida diaria no atender nuestras áreas de oportunidad para mejorar.

En tiempo de los festejos de los primeros doscientos años de nuestra existencia como país, algunos de los diálogos se refirieron a los orígenes de nuestra construcción psicosocial; los llamados gens que portamos y que nos predisponen a sostener algunas de las actitudes que tenemos en la vida nacional.

Quedó en nuestra memoria social el sometimiento inconsciente y obediente al emperador y/o al ibero político/religioso, quienes nos indicaban el camino y nos imponían obediencia irreflexiva. Resignación.

Le pregunto: ¿apáticos, preferimos a la dictadura como forma de gobierno y que se encargue de las decisiones nacionales? Piénselo.

Desde la conquista nos han inculcado que "somos víctimas", postura cómoda que justifica nuestros fracasos. Nos programaron mentalmente para serlo y, por tal motivo, aceptamos que otros tomen las decisiones por nosotros.

Somos acomodaticios y omisos ante la responsabilidad que tenemos ante nuestro destino social y la mayoría de la llamada clase media -socioeconómicamente- mantiene la postura egoísta que dicta el confort: "mientras a mí no me afecte".

El mejor ejemplo es la participación ciudadana en la defensa del INE, que aún multitudinaria, no incluyó a las mayorías opositoras; algunos, confortablemente leyendo y viendo por los medios de comunicación el esfuerzo que otros hacen por ellos.

El líder conocedor se aprovecha de tales debildades y en ellas basa su fortaleza y envalentonamiento para atacar.

Los sectores menos escolarizados, son influidos por la desorientación religiosa y aceptan a la pobreza como "mérito para la salvación"; dicen: ¿acaso no es lo predicado? y citan el reproche malicioso, imbuido machaconamente contra "los ricos", sin comprender que Jesús se refería a los judíos abusadores de aquellos tiempos.

Desafortunadamente, algún sector del clero -escolar- suma a favor de los injustos y, ante sus "pecados" eligen la omisión. Recuerde la respuesta de la Anáhuac, auto declarándose incompetente para hacer justicia. Algunos educadores también nos consideran tontos.

Los abusadores demagogos y pregoneros politiqueros, saben que padecemos la llamada "desidia democrática" y usan esa deficiencia en nuestra contra y tienen razón, porque no atendemos enterándonos, en desconocimiento, cayendo en la ignorancia que conviene a los malos. Justificarse en "no saber" no vale.

Tenemos pereza intelectual y así, al preferir no molestarnos en investigar, consultar, pensar y decidir, somos abusados por nuestra resignación comodina -ejemplos en política y deporte-. La consecuencia: constantemente somos engañados.

También, muchos ciudadanos aceptan de los abusivos sus mensajes, delegándoles su responsabilidad política, apoyándolos porque ofrecen bienestar sin esfuerzo.

En conveniencia, los maliciosos con el poder conferido por las mayorías engañadas, reparten premios a su sumisión -bonos, tarjetas de débito, dinero- promocionándose como benefactores, alejándonos de democracia y libertad.

Miguel Basáñez, filósofo y catedrático, escribió sobre "el prójimo y no prójimo", describiendo y comparándonos ante la cultura democrática anglosajona. Dolorosa lectura recomendada.

Le pregunto: ¿Seguimos así?

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Escrito en: nuestra, algún, justificar, responsabilidad

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