EDITORIAL

Urnas electrónicas… algo anuncian

Julio Faesler

Llama la atención que después de mucho esperar, México comienza a usar urnas electrónicas para registrar los votos de las elecciones en Coahuila y Estado de México. Ya habíamos comentado la rapidez y seguridad con que se conocieron los resultados que confirmaron el triunfo de Lula da Silva a fines del año pasado. Debimos haber inaugurado ese sistema desde hace tiempo. Ya estaba ensayado. El voto depositado en la urna llega protegido al centro de cálculo oficial que suma y anuncia los resultados. La limpieza de las elecciones la garantiza el INE y el futuro gobierno se legitima.

Esa legitimidad de la autoridad es el primer paso hacia un gobierno creíble con remedios operativos. Dadas las dificultades para escoger el remedio, nunca hay uno que por sí solo sea el más adecuado, los problemas suelen seguir. La Democracia sirve para escoger el remedio preferido en cierto momento por la mayoría, pero que de ninguna manera garantiza ni acierto ni eficacia.

Hoy día México, como muchos países, sufre errores cometidos y la imposibilidad de enmendarlos. La inequitativa distribución de la riqueza origina inquietud y la violencia. Politizar remedios obstaculiza su aplicación.

El canasto actual de remedios necesarios está repleto. 200 ó 300 mil ciudadanos, solo en la ciudad capital, manifestaron no estar dispuestos a ser comprados con 121 programas sociales con los que el gobierno cree haber cautivado su voto para 2024 pero que traiciona promesas y condena a todo el país a la pobreza e inseguridad. En 2000 el atardecer del PRI, ahora el de Morena, anunciada y hecha.

La suerte de la Democracia mexicana es de interés en otros lugares del mundo. Como componente del eje Norteamérica, la solidez política de México puede ser un referente útil en un mundo desorientado y dividido.

Y es que la vida de los ciudadanos no solo depende de remediar hambres, enfermedades, casa o educación. Lo vemos en la criminal "operación militar" en Ucrania. Lo denuncia el Papa Francisco desde Roma: la ideología mata.

No es que México se quedó atrás. Por opciones políticas sucesivas tomamos rutas que no podían sino llevar a la inequidades sociales que se enquistaron en sucias corrupciones públicas y privadas.

Podría ser el aumento demográfico o la perversa puja por recursos naturales que hacen que la rivalidad exceda los límites previstos por el Club de Roma. Los programas públicos pequeñecieron frente al cúmulo de problemas abandonados. En 50 años el mundo se volvió más inseguro.

Hay que apretar el paso hacia soluciones quizás desconocidas o proyectos archivados que los políticos no quieren ver ni dar.

Las inquietudes populares son el fiel aviso. Los discursos de campaña son irresponsables cuando no proponen acciones concretas, aterrizadas, que vean al futuro más allá de los 500 días que faltan para junio de 2024.

No solo faltan líderes. Ni siquiera hay planes con perspectiva, de larga trama, de larga visión. El modelo neoliberal que nos nutrió hace dos siglos ha muerto. Aquí no hay quien sepa con qué reponerlo. No hay más que la política ceda sus espacios a las técnicas administrativas.

Podríamos comenzar por la simpleza de unas reformas fiscales equitativas que borraran inequidades sociales y dieran al gobierno los medios para dar un primer paso, un comienzo, hacia la Justicia.

Pero las urnas electrónicas tendrían que estar de acuerdo. Coahuila y México… Por algo se empieza.

[email protected]

Escrito en: solo, gobierno, México, sociales

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas