EDITORIAL

Las indecibles tragedias en Siria y Turquía

Jorge Álvarez Fuentes

Ha transcurrido más de una semana desde los devastadores terremotos en el sureste de Turquía y el norte de Siria. Las víctimas mortales seguramente superarán las 60 mil. Son cientos de miles las personas heridas y más de 5 millones han quedado sin casa, abrigo y comida, en el desamparo, tras perderlo todo. Las cifras de la catástrofe son demoledoras: según la ONU, 23 millones de personas fueron afectadas. La mayoría requerirá ayuda humanitaria urgente. Al menos 13 millones resultaron afectados en Turquía, entre ellos, 3.5 millones de refugiados sirios recluidos en campamentos o desperdigados en ciudades fronterizas. Más de 200 mil personas han sido evacuadas de las 10 provincias turcas más golpeadas. La capacidad de respuesta del gobierno, en esta primera fase de emergencia, no ha tenido la celeridad y eficacia necesarias, a pesar de haber movilizado a 250 mil civiles y un número indeterminado de efectivos militares. El dolor y la tragedia se están convirtiendo en ira y tensión, retroalimentadas por una sensación de impotencia y reclamo ante las calamidades gubernamentales, el abandono y el olvido. En la ya destruida Siria, aislada por una guerra civil, regional e internacional que se ha prolongado por doce años, con un gobierno autocrático sancionado por la comunidad internacional, 11 millones quedaron damnificados en las provincias de Hama, Latakia, Alepo, Tartus e Idlib, esta última, controlada por los grupos opositores al régimen de Bashar al Assad, donde sobreviven 4.5 millones en condiciones muy precarias. La situación en ambos países se complica cada día, porque la ayuda humana no está llegando a todas las personas con la urgencia que requieren.

Se trata de una las mayores catástrofes en décadas, después de dos sismos letales, agravados por la negligencia y corrupción en la construcción de edificios (15 mil, se estima, colapsaron), en una vasta región azotada gravemente y desde hace mucho tiempo por conflictos sectarios, enfrentamientos armados entre milicias, choques entre fuerzas militares y la frecuente ocupación de territorios, comunidades e instalaciones, los cuales han provocado el desplazamiento constante y forzado de millones de personas. Las fuerzas rebeldes kurdas, identificadas con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán, enfrentadas con el gobierno de Ankara desde 1984, han decidido suspender sus operaciones, mientras no sean atacadas por el ejército turco, a fin de permitir el ingreso de la ayuda y las labores humanitarias.

Con el paso de los días, los medios de comunicación seguirán seguramente reseñando las indecibles tragedias humanas, pero es muy probable que el mundo no llegue a cobrar cabal conciencia sobre la magnitud y las brutales repercusiones del desastre, a pesar de que gobiernos de más de 100 países se han comprometido a brindar asistencia técnica y humanitaria, habiéndose volcado a enviar brigadas y anunciar la donación de ayuda financiera. 75 países están colaborando actualmente en las labores de búsqueda y rescate, contra reloj, en las zonas afectadas en Turquía, no así en Siria.

Los convoys de la ONU han enfrentado serias dificultades para ingresar en las zonas fuera del control del gobierno de Damasco, habiendo en el noroeste un único cruce fronterizo con Turquía, en Bab al Hawa, autorizado por el Consejo de Seguridad, por donde debe ingresar la ayuda urgente, aunque sea a cuentagotas, destinada a la población en las zonas rebeldes. El Secretario General ha solicitado al Consejo autorice la apertura de nuevos pasos de ayuda, pero Rusia podría bloquearla si ejerce su poder de veto. Aviones de Argelia, Irak, Irán y Emiratos Árabes han arribado a Alepo con material de emergencia. El Programa Mundial de Alimentos ha hecho una primera solicitud de 77 millones de dólares para solucionar la crisis ocasionada por los terremotos. Se vive, además, un muy crudo invierno, el cual terminará por matar a los más vulnerables. Tanto los hospitales como las carreteras están destruidas en el país árabe y hay problemas formidables para el suministro de agua, combustible y de electricidad. El presidente de Siria ha declarado que podría considerar la apertura de pasos fronterizos provisionales, pero es harto conocida su capacidad para controlar, bloquear y frenar la ayuda internacional, al generar problemas para su aprobación, buscando "contrarrestar" un supuesto afán de politizarla. Insiste que la ayuda debe estar supervisada por el Comité Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja siria, con las que la ONU debe coordinarse. La Organización Mundial de la Salud ya ha alertado sobre la posibilidad de que se desencadene una crisis sanitaria ante la propagación del cólera, que reapareció en Siria. En el pasado reciente, la comida, las vacunas y los medicamentos se convirtieron en armas e instrumentos de presión, al fracasar los llamados a acordar un alto el fuego para facilitar los suministros y la ayuda.

El Banco Mundial anunció una aportación de mil 780 mdd a Turquía para contribuir a los esfuerzos de asistencia y recuperación. Estados Unidos, un paquete inicial de emergencia de 85 mdd destinado a organizaciones de la sociedad civil de ambos países, habiendo el Departamento del Tesoro autorizado una exención excepcional al régimen de sanciones para permitir transacciones bancarias relacionadas con la ayuda a Damasco. Los patriarcas, jerarcas de todas las iglesias cristianas y los líderes de las comunidades eclesiales en Siria han solicitado a Naciones Unidas y a los países occidentales que levanten las sanciones. El Gobierno de México donará 6 mdd a las víctimas en Siria, a través de la ONU.

@JAlvarezFuentes

Escrito en: millones, ayuda, países, personas

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