EDITORIAL

Una mujer de honor

Manuel Rivera

De vez en cuando la diaria tormenta informativa de la que dan cuenta los medios de comunicación salpica hasta la conciencia.

Aún protegida por el impermeable de la indiferencia que impide el paso del dolor, hay acontecimientos que retuercen la conciencia como lo hace quien busca secar una prenda de vestir.

Este día esa conciencia que exprimo continúa empapada por un pensamiento que más allá de ser poco común, pone en tela de duda lo que creía incuestionable.

Siempre pensé que la libertad era la condición más deseada por los seres humanos. Irrenunciable, suponía, era obtener y conservar ese estado.

¿Qué podría ser mayor al deseo y necesidad de vivir sin ataduras, para equivocarse o acertar por decisión propia? Nada, respondía ingenuamente, como si la vida de los hombres no fuera un camino de supuestos vigentes hasta ser abatidos por la realidad.

En ese trayecto me encuentro con las imágenes más impactantes que he visto recientemente en los medios de comunicación masiva.

Observar cómo un par de custodias lleva en vilo a otra mujer para obligarla a salir de la cárcel, presenta un hecho inusitado, ejemplo de un valor superior al de la libertad.

Esas fotografías muestran la existencia de personas que en su escala de valores colocan al honor sobre la libertad.

De acuerdo con diversos medios de comunicación, el hecho tuvo lugar en el Centro de Reinserción Social de Morelos (así se llama, no es burla), cuando María, quien estuvo ahí recluida 25 años, fue sacada a la fuerza, luego de que se negara a salir de esta cárcel ubicada en Atlacholoaya, municipio de Xochitepec.

Ella fue condenada a 30 años de prisión por el secuestro de una niña. Desde el inicio de su sentencia, cuando tenía dos hijos menores de edad, sostuvo que era inocente y que su confesión fue obtenida mediante tortura ejercida por elementos del Grupo Antisecuestros de la entonces Procuraduría del Estado de Morelos.

Damián Santiago, su abogado, dijo que mediante el Protocolo de Estambul se demostró que su clienta fue torturada.

Información publicada en diversos medios indica que el Centro de Reinserción la dejó en libertad por la remisión parcial de su pena. Días antes, en voz de su defensor, ella rechazó salir de la cárcel bajo el beneficio preliberacional ofrecido por el presidente del Poder Judicial en el estado, porque sería aceptar su culpabilidad y pagar los daños ocasionados a la víctima.

"He luchado para demostrar mi inocencia. Para mis agresores no puedo pedir consideración, pues han destruido los mejores años de mi vida. En mi opinión siempre me ha parecido una infamia aceptar el beneficio de preliberación, porque lo considero como una limosna del poder público".

Aunque contra su voluntad salió de prisión, María expresó que persisten señalamientos en su contra que la estigmatizan, por lo que perseverará en su defensa para ser declarada inocente.

Fuentes periodísticas indican que próximamente la Fiscalía General Estatal podría ejecutar acción penal contra los agentes judiciales que la detuvieron y, presumiblemente, torturaron para obligarla a confesar un delito que no cometió.

Las conclusiones sobre la procuración y administración de justicia, en la inteligencia de que lo presentado en este espacio parte de notas periodísticas, podrían aterrorizar a más de uno, sobre todo si no es ni pudiente ni influyente.

Empero, propongo que más allá de considerar los bien conocidos componentes de este hecho que hacen desconfiar del sistema de justicia, se reflexione acerca de la inusual demostración de María para colocar el honor sobre la libertad.

Por lo pronto, este caso lleva a cuestionar si quien carece de honor puede ser verdaderamente libre.

Bajo ese punto de vista, cumplir con el deber que la misma persona se impone, es decir, actuar con honor, conduciría a librar desde la conciencia individual el primer reto para vivir en libertad plena.

Conozco a María sólo a través de información noticiosa, pero pienso que más mujeres y hombres como ella iniciarían la transformación del mundo desde la esencia del ser humano, primer paso para alcanzar un cambio social profundo y sostenible en todos los ámbitos.

Mientras tanto sigo exprimiendo mi conciencia empapada por el suceso que protagonizó esta mujer, pero aún no consigo librarme de su exigencia de honor, que cuestiona la comodidad de la libertad parcial que da incumplir con la definición interna del deber.

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Escrito en: honor, libertad, medios, conciencia

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