EDITORIAL

Preocupan las perspectivas del 2023 en el Medio Oriente

Jorge Álvarez Fuentes

Mal ha comenzado el año en el Medio Oriente con violentos enfrentamientos entre israelíes y palestinos. Ninguna novedad en el conflicto primordial que desquicia desde hace décadas a toda la región; son hechos graves, más porque su recurrencia aleja la ansiada solución de dos Estados por inviable. Además, hay nuevas tensiones internacionales en torno a la conducta externa e interna de Irán y el agotamiento de la guerra que languidece en Siria. Están también las amenazas terroristas en la región del Sahel tras la reciente salida de las tropas francesas y las situaciones de crisis e implosión en Iraq y en el Líbano, a las cuales debemos agregar ahora a Pakistán. Todas ellas forman un panorama preocupante. Aun cuando no ahora figuren en los encabezados noticiosos, prosiguen los intentos funestos de partición territorial y las catástrofes humanitarias como consecuencia de los prolongados conflictos armados en Yemen y Libia, también sin resolver.

El recién electo gobierno de coalición en Israel, ultraconservador y de extrema derecha, que encabeza por enésima vez Benjamin Netanyahu, ha vuelto a bombardear la atribulada Franja de Gaza y lanzado sendas incursiones militares, con una fuerza sin precedente, en los territorios ocupados de Cisjordania, como retaliación, habiendo permitido flagrantes actos de provocación en la Gran Mezquita de Al Aqsa en Jerusalén, y después de haber recibido nuevos lanzamientos de cohetes desde el enclave gobernado por Hamas y habiéndose registrado ataques palestinos en contra de los empoderados colonos israelíes, en un ciclo incontenible de violencia extrema. Van más de una centena de víctimas mortales y numerosos heridos en ambos bandos. La cuestionada Autoridad Nacional Palestina, asediada, ha debido suspender su cooperación en materia de seguridad con Israel, para desgracia de su población. Las restricciones de acceso y movilidad, la ocupación, los asaltos armados y la ilegal confiscación, desalojo y demolición de viviendas palestinas prosigue su devastadora marcha.

A su vez, decenas de miles de israelíes se han manifestado en las últimas semanas en contra de una polémica reforma judicial promovida por el nuevo gobierno que muchos consideran como un intentona de corte dictatorial, al amparo de un discurso nacionalista, que de prosperar, podría limitar las competencias del Tribunal Superior de Justicia al permitir que el Parlamento anule algunas de sus decisiones, se vulnere la independencia entre poderes, se impongan controles políticos sobre los nombramientos y se coarte la actuación de los jueces, lesionando gravemente los derechos civiles, el manejo de la economía, afectando el orden público, entre otros aspectos de la vida.

Estados Unidos continúa aumentado la presión política, económica y diplomática sobre el régimen de Irán, sin que se descarte la opción militar, que de facto promueve Israel. La Unión Europea y el Reino Unido se han unido para endurecer y ampliar el régimen de sanciones. La República Islámica lleva meses de inestabilidad y crisis económica en medio de manifestaciones de protesta a raíz del asesinato de una joven armenia y un extendido malestar popular. Tras el asalto al Palacio Presidencial en Bagdad, un desenlace esperable debido a una larga parálisis institucional, Iraq podría caer de nuevo en el caos tras la renuncia del prominente clérigo anti iraní Mutqada al Sadr. De nuevo decenas de muertos y heridos. Un tercio del territorio de Pakistán se encuentra bajo el agua, luego de las destrozas inundaciones a lo largo de los últimos meses, por lo que requiere ayuda internacional urgente por más de 30 mil millones de dólares, en medio de una economía tambaleante, habiéndose agotado las reservas en divisas y registrado una inflación superior al 45%. A más un año de la caída de Kabul y el regreso al poder de los talibanes en Afganistán, el desastre humanitario sigue ocurriendo debido entre otros factores al cambio climático, los desastres naturales, la inseguridad alimentaria, las extendidas fallas de infraestructura y la ausencia de servicios. En ambos casos, los riesgos de recaídas extremistas van a la par de un nefasto descuido o un mayor aislamiento por parte de la comunidad internacional.

A las monarquías petroleras del Golfo les inquieta sobremanera los planteamientos y reclamos formulados en la pasada COP27, en Egipto, que buscan impulsar un pacto de solidaridad climática, mediante el cobro de impuestos a las ganancias de las grandes empresas de combustibles fósiles como parte de los esfuerzos destinados a crear un fondo de ayuda para atender las recurrentes catástrofes climáticas y beneficiar a los países pobres con menos emisiones. Lo anterior sin dejar de lado la imparable ampliación de las inversiones de los fondos soberanos árabes en empresas y bancos europeos y las constantes preocupaciones, que encabezan, sobre todo los sauditas, en relación con una mayor cooperación en inteligencia y seguridad frente a la conducta internacional de Irán y su creciente ayuda militar a Rusia en la guerra de Ucrania, no sólo sobre el desenlace de su programa nuclear.

Por otra, la restauración de las relaciones diplomáticas y comerciales entre Israel y Turquía abre un abanico de posibilidades como para vislumbrar una nueva etapa en la región, con nuevos mecanismos de diálogo y cooperación con países fundamentales dado su peso político y económico como Egipto, los Emiratos Árabes Unidos y Qatar, ya sea en relación con Chipre y el Líbano dado del impulso de una nueva dinámica geoeconómica que podría hacer del Mar Mediterráneo un nuevo abastecedor de gas natural para Europa, en un futuro más o menos cercano.

@JAlvarezFuentes

Escrito en: nuevo, debido, podría, ayuda

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas