EDITORIAL

El árbitro

Edgar Salinas Uribe

La figura del árbitro es, quizá, una de las que resulta más familiar para toda persona que haya seguido un deporte, cualquiera que este sea. Estaríamos de acuerdo en suponer que la sola existencia del arbitraje denota la aceptación de que ninguno de quienes participan en el juego debe tomar ventaja en la interpretación de las reglas del juego, pues eso no sería justo ni limpio. En otras palabras, en el juego se acepta que las reglas las debe interpretar y hacer aplicar un tercero que asumirá la función de arbitraje para que, en ese punto, el juego sea parejo.

El arbitraje es una función muy incómoda. Los aficionados de ambas partes suelen sacar su frustración culpando la mayoría de las veces a los errores arbitrales, sean estos ciertos o producto de la imaginación del aficionado resentido. Si en todos los ámbitos sociales y en la mayoría de las cuestiones personales se comenten errores, es previsible que en una tarea en la que en muchas ocasiones hay que decir en segundos también se cometan errores.

En contraparte, es curioso que sean rarísimas las ocasiones en que se reconoce una buena labor del arbitraje. Si no es por el error, generalmente el arbitraje pasa desapercibido. Desde esa perspectiva, dicha función contiene algo de ingrata puesto que aquello que no gusta a alguna de las partes se convierte en reclamo inmediato y airado, mientras que una labor excelsa jamás se aplaude.

Con el desarrollo de la tecnología a quienes realizan la función de arbitraje se les ha ido equipando de elementos auxiliares que permitan tomar decisiones más acertadas, reducir o eliminar el error y, con ello, ofrecer mayor confianza a los jugadores y mayor certeza al juego. Deportes como el futbol americano han sido pioneros en el uso de tecnología para revisar marcaciones de manera que ningún error afecte a los equipos. Pero la tecnología es parte del arbitraje ahora en muchos deportes: en el tenis, béisbol y, ahora, en el futbol se ha normalizado el VAR, la famosa asistencia en video para que la marcación sea incluso colegiada. La tendencia para el arbitraje es a fortalecer sus capacidades para que el juego sea justo y los jugadores compitan en mayor equilibrio, en competencias más transparentes desde el punto de vista de la interpretación de las reglas y con formatos colegiados en la decisión de jugadas polémicas.

La normalización de un arbitraje asistido por la tecnología y colegiado en las decisiones haría muy sospechoso que algún jugador o equipo quisiera disminuir esas capacidades del árbitro. Quitarle la asistencia tecnológica y dejar en una sola persona la toma de todas las decisiones sería dar pasos atrás, toda vez que ha sido demostrada la utilidad y ventajas para el juego justo las capacidades otorgada al arbitraje con el equipo que se le ha brindado gracias a la incorporación tecnológica y a la colegialidad. ¿Qué imaginaríamos si uno de los equipos dominantes de cualquier competencia propusiera disminuir o eliminar las fortalezas de un arbitraje robusto tecnológicamente? ¿Qué pensaríamos de esos equipos si además propusieron eliminar la colegialidad en las decisiones difíciles? ¿Qué estaría buscando un equipo al pretender debilitar al árbitro?

Ahora bien, ¿puede existir algún juego en el que no sea necesaria la figura del árbitro? Pienso que habría dos condiciones para que eso ocurriera: la primera, en un juego sin reglas, anárquico, lo que ya no sería propiamente un juego sino una guerra (y aún en las guerras se supone que no todo se vale) y, la segunda, en un juego donde quienes se enfrentaran fuesen capaces de reconocer las propias violaciones a las reglas (por ejemplo, que Maradona hubiese reconocido que no fue la mano de Dios la que metió aquel gol mítico en el Azteca, sino la suya, contraviniendo las reglas). En otras palabras, el arbitraje no es necesario ni en el infierno ni en el cielo, en todo lo demás, sí. Claro está que a mayor decencia de los jugadores menos intervención del árbitro, pero su contrario también vale: a mayor deshonestidad de lo jugadores mayor es la necesidad de un árbitro con muchas capacidades y auxiliares.

Se agotó el espacio de la columna y ya no pude comentar acerca de la nueva convocatoria en defensa del INE. Será en otra ocasión.

@EdgarSalinasU

Escrito en: arbitraje, juego, mayor, decisiones

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