EDITORIAL

Hacer política a base de mentiras

Yohan Uribe Jiménez

Ninguna democracia está exenta de los políticos mentirosos. Aunque parece que adjetivo y sustantivo están fusionados por antonomasia. Y los discursos incendiarios, la polarización extrema y las campañas en tiempos de redes sociales han sido campo fértil para que la realidad derrote sin mayor esfuerzo a la ficción. Incluso, cuando pensábamos en el modelo estadounidense como templo de las instituciones, terminamos por aceptar que figuras como la Peña Nieto, "Alito" Moreno o los Moreira, palidecen ante el recién electo representante por Nueva York, George Santos.

Una acuciosa investigación del New York Times, puso al descubierto una serie de mentiras que ante cualquier lógica hubieran sepultado por completo la carrera de un político como Santos, en Estados Unidos o en cualquier país del mundo que se precie de demócrata. El inmigrante de origen brasileño, que contribuyó a que el Partido Republicano obtuviera una estrecha mayoría en la Cámara de Representantes, mintió hasta en su nombre, y tras las presiones de la opinión pública, ha optado por argumentar una persecución política y buscar sombra en su líder moral, Donald Trump.

No estudió en las universidades que dijo ni obtuvo los títulos con los que se presentó como candidato, tampoco tuvo una brillante carrera en Wall Street, porque nunca trabajó para los corporativos que dijo en su currículum. Tampoco es de origen judío y su madre no murió en los atentados del 9/11 en Manhattan, sino que falleció en 2016. Tampoco es dueño de las propiedades que declaró como su patrimonio y mucho obtuvo las medallas de atletismo que presumió en redes sociales durante su campaña, porque los campeonatos que mencionó simplemente no existieron; y aún así, fue electo.

Es por eso que cuando se lee la investigación que puso al descubierto al político, lo primero que uno se pregunta como lector es ¿cómo pudo este personaje resultar electo legislador de una de las democracias más sólidas en el mundo? Y lo más grave ¿por qué el silencio del Partido Republicano? Preguntas que no se explican sino en medio del clima de polarización que tiene temblando a las democracias modernas y cuya radicalización soporta incluso una sarta de mentiras como está si eso significa un nuevo combatiente para la causa, sea cual sea.

Incluso la investigación, que mostró a Santos, como un protagonista de la escena del drag queen en Brasil, luego de que la periodista independiente Marisa Kabas publicara una serie de fotos y videos del ahora congresista vestido de mujer en un carnaval de Río de Janeiro, y lo identificara con otro nombre, llevó a que el político aceptara que efectivamente se trata de él y condenara a quienes los critican por haberse "divertido en su juventud", pasando de mentiroso a víctima de una persecución política por cuestiones de homofobia. Quien antes defendía en las marchas del orgullo gay la identidad de género, ahora se alinea con los políticos más radicales de extrema derecha de Norte América.

A la fecha el republicano George Santos no ha tenido otra opción que admitir todas las verdades que han salido a refutar sus mentiras. Le han increpado por su pasado como activista gay, que apoyara el proyecto de ley "No digas gay", que busca restringir la enseñanza sexual y de orientación de género en las escuelas de educación básica de Florida. Sin embargo, el joven político ha sido firme en sostener que no renunciará ni a su cargo ni a su partido, y bajo la premisa de una guerra sucia en su contra ahora incluso bromea cuando logra esquivar a la prensa que lo busca a diario.

En pocas palabras está es una acuarela detallada del nivel y la forma de hacer política en nuestra era. Parece que basta con encontrar la forma correcta de manipular las emociones de un sector de la sociedad enojada con el otro sector que piensa diferente, ensamblar unas cuantas frases, por demás repletas de lugares comunes, y dispararlas con cierto toque histriónico para que el electorado se olvide de preguntar cosas elementales como el proyecto político de un candidato o su experiencia, y si se nos olvida preguntar, sería mucho pedir que se investigara, eso sobra, si llega con la suficiente gasolina y cerillos para avivar los ánimos.

No es poca cosa el caso de Santos en Estados Unidos, donde todavía las instituciones gozan de independencia. Ahora imaginemos el escenario en México, o en Coahuila y el Estado de México que este año tendrán elecciones. ¿De verdad la polarización es el nuevo agente de cambio en la democracia contemporánea? ¿Cuántos Santos no esperan colarse en las boletas electorales? Y lo peor, no darnos cuenta de la responsabilidad que tenemos como ciudadanos, es la asignatura pendiente de la que nadie parece estar ocupándose.

Por lo pronto, para quienes piensan que esto es la reseña de una emocionante e intrigante nueva serie de Netflix, pues no. Es la realidad y les recomiendo la lectura de los reportajes del New York Times, no solo por su claridad, sino por el ejemplo de lo que el buen periodismo logra en tiempos de oscuridad.

@uyohan

Escrito en: política, político, polarización, Santos

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