EDITORIAL

¿Inocentes o…?

Manuel Rivera

Si tuviera que enumerar las ocasiones en las que he hecho el ridículo consumiría todo el espacio de este medio de comunicación, y pediría más.

Eso sí, debo aclarar, podré exponerme más o menos con frecuencia al escarnio, pero siempre lo haré de manera involuntaria.

Para acreditar lo expresado evoco aquella vez en la que mi ingenuidad llegó a uno de sus máximos niveles, cuando como asalariado en un periódico se me ocurrió pedir informes acerca de los terrenos en venta de un exclusivísimo sector residencial situado en una de las partes más altas de la zona de Chipinque, reserva natural contigua a la zona metropolitana de Monterrey, en la Sierra Madre Oriental.

Recuerdo que hace buen número de años acudí un domingo, lleno de emoción y carente de razón, al área de ventas de ese desarrollo en ciernes.

Esperé buen rato para ser atendido, pues contra lo que indicaría la información con la que en unos cuantos minutos más me toparía, eran muchos los solicitantes de información, quienes con toda seguridad, a diferencia de mí, tenían bien asentados los pies sobre la tierra.

No sé si existe algún registro o marca mundial que dé cuenta del tiempo más breve para deshacerse de un preguntón o descalificarlo, pero sé que la efímera situación que viví ese día me permitiría reclamar tal récord.

Cuando por fin estuve frente al vendedor, quien era más una persona encargada de levantar pedidos que de promover la venta de un sitio que "se vendía solo", desfogué mi ingenuidad:

-Estoy interesado en comprar un terreno que tenga entre 150 y 200 metros cuadrados-expuse asumiéndome realista.

-El más pequeño que vendemos es de mil metros cuadrados-respondió mi interlocutor en un tono que interpreté como "vete y deja trabajar".

-¿Cuánto cuesta?-pregunté más en defensa propia que con expectativas de compra.

-Un millón-, fue la respuesta lacónica que obtuve.

-Ah, un millón de pesos…-repliqué sin más intención que la de ocupar un poco más de tiempo, para evitar retirarme tan pronto ante la vista de los muchos clientes que aguardaban su turno.

-No, señor, de dólares-me corrigió con firmeza, tras lo que agradecí en silencio no estar frente a un profesor de los de antes, pues de haberlo estado hubiera recibido, por lo menos, un jalón de patillas o un golpe dado con una regla.

-¿Y cuál es el financiamiento que ofrecen?-cuestioné como si fuera experto en finanzas o en extender el tiempo para reducir el impacto del ridículo.

-Todas las operaciones son de riguroso contado-. Sin tener nada más para agregar, me retiré pronunciando un tímido "gracias", que no fue respondido porque mi pasajero interlocutor se distrajo llamando al siguiente interesado.

Cuarenta años después, esa concisión e inocencia registradas en mi memoria me invitan a proyectar cómo se integrarían en el presente esas condiciones a algunos sucesos nacionales recientes.

Me traslado así al rol de reportero, en el que primero imagino conversar con el jefe del Ejecutivo federal:

-Señor presidente Andrés Manuel López Obrador, con relación al asunto de la tesis plagiada de la ministra, ¿cuál es la importancia que da a la credibilidad y ética en las instituciones del Estado mexicano?

-Es un tema de politiquería vigente y ética olvidada ayer y hoy.

Luego me veo interrogando al gobernador de Nuevo León, Samuel García:

-¿Considera usted que durante su nuevo viaje al extranjero tendrá oportunidad de replantearse su papel como un servidor público electo en un sistema democrático, que contempla que el poder público está dividido en tres y no recae en un solo monarca?

(No respondió porque estaba escribiendo un "tuit" y tomando una "selfie").

Sigo proyectando situaciones reporteriles en mi imaginación, ahora con el precandidato del Partido del Trabajo al Gobierno del Estado de Coahuila, Ricardo Mejía Berdeja…

-Si es bueno que un candidato defienda la Cuarta Transformación, es mejor aún que sean dos quienes la cuiden-, respondió sin preguntársele.

Finalmente, me imagino entrevistando a la candidata Imelda Sanmiguel, postulada al senado en Tamaulipas por la Coalición Va por México:

-¿Cuál es su propuesta para contribuir al bienestar de los ciudadanos?

-Alto al retroceso de los morenos, que están acabando con la felicidad que les dimos los tricolores y blanquiazules.

-¿Cómo?

-Pues con acciones. ¿Queda claro, verdad?

Muchas más entrevistas soñaría realizar en homenaje a la concisión e inocencia, real o fingida, que, ahora entiendo, no la poseo en exclusiva.

Escrito en: imagino, muchos, tiempo, zona

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas