EDITORIAL

Cambiar de película

Julio Faesler

Todas las noticias, salvo las de AMLO, nos dicen que México va muy mal. Si esto coincide con las complicadas situaciones que se viven en otros países o es solo nuestra, la problemática la vivimos a diario y no hay soluciones a la vista. Posiblemente sea la estampa del momento.

Aquí llegó la primavera de la sucesión presidencial de 2024 y se develan aspirantes para conducir al pueblo a la superación para todos. Los partidos en desorden. Las asociaciones cívicas se ostentan definidas. Por el momento la escena política se mantiene confusa sin dinamismo. ¡Ni siquiera las promesas de precampaña animan!

Revisar la prensa, escuchar noticiarios nos condena a un ejercicio de depresión. Los espacios de comunicación repletos de acusaciones, descalificaciones, críticas, augurios fatales. Las revelaciones que condenan no animan. El panorama sociopolítico está infectado de la arrastrante discordia que el gobierno de AMLO ha sembrado.

Es con pesada gravidez que el país entra a escoger al que ha de encabezar el próximo periodo sexenal confirmando el fracaso de entidades públicas y la ciudadanía que no supo actuar en su propio interés. Lo mustio prevalece y los argumentos no son de aliento creativo sino de corrección de errores acumulados pasados y recientes. Así el comienzo, poco anuncia de bueno.

Falta optimismo. Tanta acusación y crítica desalienta perfilar una administración apetecible. Se olvida que mucho depende de la actitud con que se hacen las cosas. Los negocios no se lanzan anticipando derrota. El espíritu con que se proyecta el futuro lo determina. Preocupa emprender asi la gestión de un nuevo gobierno.

Todo lo anterior viene a cuento. El contenido de los mensajes que emiten los políticos de oposición sólo condenan la actualidad. Ahí se detienen. Parece que los fracasos de los gobiernos anteriores produjeron un miedo cerval a describir como atractivas alternativas y mucho menos promesas.

Una negra pantalla se adueñó de todo. El mexicano, decepcionado por naturaleza pierde acción en el agrio escepticismo que todo digiere.

Así no se puede. Hay que cambiar de película. Dedicar los meses que quedan antes de las elecciones presidenciales a la cuidadosa preparación de las características del gobierno que viene es lo que corresponde en esta coyuntura.

Si esa es seria la intención, la alianza de los partidos de oposición es imprescindible para rescatar la autoridad cívica y evitar que continúe centralizada en la persona que ocupe la presidencia. Romper con la paciente conformidad del sector popular, o la tolerancia de las clases medias que critican sin actuar, completado todo ello con la estrategia de las grandes empresas nacionales que nada arriesgarán en los próximos meses más de lo que apostarán en los amparos que interpongan para defender los intereses de sus accionistas. Ninguna de esas partes tienen firme voluntad de hacer.

El enemigo más perverso de una democracia dinámica mexicana es la suma del escéptico pesimismo y la falta de convicción renovadora de los dirigentes sociales y el verdadero deseo de cambio ni los políticos de profesión que solo quieren perpetuarse. Lo contrario solo induce promesas sin vigor y denuncias sin intención.

Pero no todo está perdido. La mera posibilidad de la oposición por desorganizada que por el momento parezca, de lograr sustituir el autoritarismo populista actual demuestra que el espíritu de México está vivo y que es capaz de superarse y que es necesario cambiar el tono de la propuesta que nos esta llevando a la derrota.

Nuestra evolución sociopolítica ha venido realizándose intermitentemente desde el siglo XIX. La fase en que nos encontramos ha sido de ensayos destructores de instituciones y órganos públicos y privados que venían sirviendo y solo pidían perfeccionarse. Las lecciones que todavía estamos viviendo en socialismo tropical podrían aportar a un esquema de gobierno que recoja recetas de eficacia acreditada.

Armar una equilibrada combinación acredita la suma de visiones diversas que forjen un gobierno de coalición.

Aliar las fuerzas de partidos con respaldo de grupos ciudadanos en casos como las próximas elecciones estatales en Coahuila y Estado de México es importante. Como en los negocios, cada éxito traerá más.

Las vías son claras así como la meta central. Las películas malas se descartan.

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Escrito en: solo, gobierno, partidos, México

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