EDITORIAL

El prestigio internacional de México

Jorge Álvarez Fuentes

El actual gobierno ha logrado, en unos cuantos años, dilapidar el prestigio internacional de México. Incluso hacer, hasta cierto punto, irrelevante la política exterior. Ha echado por la borda un prestigio bien ganado, a pulso, durante décadas, por gobiernos con visiones y proyectos distintos. La política exterior, a diferencia de la política interior, era motivo de un amplio consenso nacional. Una actuación seria y consecuente que mantuvo no sólo el respaldo de la opinión pública, sino la credibilidad, el reconocimiento y el respeto de múltiples instancias internacionales. La voz de México se escuchaba y respetaba en las capitales del mundo y en los foros mundiales.

Es muy patente el desinterés del presidente de la República por los asuntos internacionales. Ha renunciado en la práctica a viajar al extranjero y reunirse, -sobre todo a escuchar- a otros jefes de Estado, salvo en contadas ocasiones, en las que se le ha visto incómodo. Al conocimiento de oídas, muchas veces sesgado, se suman las fallas de comunicación y coordinación entre el Palacio Nacional y la Cancillería. Es lamentable la actuación del secretario de Relaciones Exteriores que ha preferido contemporizar y cubrir ocurrencias, dislates, desplantes, opiniones infundadas y hierros frecuentes, antes que aconsejar y convencer al jefe de Estado cuya responsabilidad constitucional de dirigir la política exterior es irrenunciable. La Secretaría de Relaciones Exteriores ha acumulado responsabilidades extralegales, por ambiciones de su titular.

El presidente Andrés Manuel López Obrador repite con insistencia que: "por encima de todo está el prestigio nacional". Afirma recurrentemente que "ningún grupo, gobierno o agencia extranjera puede socavar la dignidad y el prestigio de nuestra nación. Somos un país libre, independiente y soberano". En efecto, le asiste la razón: la dignidad y el prestigio de México no están siendo socavadas por inaceptables acciones o intervenciones externas, como quisieran pensar algunos, sino por la propia actuación del presidente como jefe de Estado y jefe de Gobierno, por el desempeño pusilánime, muchas veces incompetente y errático de las distintas instituciones y funcionarios responsables de ejecutar las acciones de México con el exterior, en demérito de un gobierno que va a incumplir el mandato popular expresado en las urnas, de transformar la trayectoria histórica del país.

El prestigio internacional se gana mediante una actuación planeada, con estrategias previsibles y un desempeño tenaz y responsable. Cuando se actúa de manera improvisada, a bote pronto, en forma negligente, casuística y arbitraria, sin medir las consecuencias de afirmaciones, opiniones o reacciones sobre diversos acontecimientos en el mundo, el prestigio y la reputación del país quedan a la deriva, desconcertando a propios y extraños.

Después de la enésima crisis en el Perú y la desastrosa intromisión del gobierno mexicano en los asuntos internos de ese país, suenan huecas y falaces por retóricas las declaraciones de secretario Ebrard: "México tienen peso hoy; estamos teniendo resultados todas y todos porque tiene prestigio moral el gobierno, tiene autoridad moral política. Ven con respeto la lucha de México contra la corrupción, por la justicia y que es un gobierno congruente. México tiene hoy ese peso, esa consideración en todos los ámbitos, desde el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, hasta todos los espacios multilaterales porque tiene autoridad moral y prestigio políticos". ¿Cómo se compadecen tales declaraciones con las innumerables ocasiones en las que el Presidente ha desautorizado al Canciller o al Representante Permanente ante Naciones Unidas, o cuando ha descalificado o criticado instituciones internacionales, parlamentarios o congresistas extranjeros?

El prestigio internacional es el ascendiente o capacidad de influencia que una nación puede ejercer sobre otros Estados, para acercarlos, conseguir su amistad y aprecio y obtener el reconocimiento externo, sin dejar de enfatizar las aportaciones propias. Una política exterior prestigia a un país cuando involucra la capacidad de asociarse con diversos actores que reconocen aportaciones e iniciativas, voluntad y compromiso, cuando se finca en las coincidencias, no en las diferencias. Cuando se hace evidente una voluntad para dialogar y negociar, cuando se muestra en los hechos disposición para asociarse, cooperar y sumar esfuerzos, compartiendo objetivos, promoviendo intereses propios y consolidando aquellos universales, teniendo visión para resolver posiciones divergentes. Prestigio, talento, capacidad para dialogar y poder de convocatoria, en la práctica, se retroalimentan.

Sin embargo, el prestigio de la política exterior de México basada en los tan llevados y traídos principios constitucionales, se ha ido perdiendo al enviar como embajadores y cónsules a numerosas personas de cuya reputación y capacidad diplomática son muy cuestionables, avasallando al Servicio Exterior Mexicano de carrera, al cuerpo permanente de funcionarios del Estado responsable de la ejecución de esa política, al que como nunca se le ha maltratado.

El prestigio que le correspondía defender y acrecentar a un gobierno que se preciaba como progresista se ha perdido, al hacer caso omiso de su responsabilidad respecto de la defensa y promoción de los derechos humanos. También por la complicidad y protección de regímenes políticos, por los que siente afecto, cercanía personal con sus líderes o afinidad ideológica con sus proyectos políticos. La decisión infundada de "tensar" o "pausar" las relaciones con determinados gobiernos o países, privilegiar o desgastar los vínculos con determinadas organizaciones regionales, son colosales despropósitos. Seguramente se hará después el recuento de daños, pero ahí están como bochornosas evidencias, la declaración de dos embajadores mexicanos como personas non gratas como consecuencia del interesado ofrecimiento de asilo en los casos de Bolivia y Perú o la relación esquizofrénica con las Naciones Unidas.

@JAlvarezFuentes

Escrito en: prestigio, México, gobierno, política

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas