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Jesús Medina Jaime, el hombre de El Siglo

Tanto él como el defensor de la comunidad han sido testigos de la transformación de la región

Jesús Medina Jaime, el hombre de El Siglo

Jesús Medina Jaime, el hombre de El Siglo

SAÚL RODRÍGUEZ Y VERÓNICA RIVERA

Un siglo ha pasado desde que el profesor Jesús Medina Jaime llegó al mundo como el segundo de siete hermanos. Nació en la avenida Allende y vivió los primeros años de su vida en una casa de la calle Galeana. Luego, su familia se instaló en la calle Falcón, allí terminó por pulir su infancia, frente al edificio de ladrillo rojo que ahora es ocupado por una empresa que gestiona las tarjetas del transporte público.

Don Jesús alcanzó la marca de los 100 años apenas el pasado 26 de enero. No hubo gran celebración, la pandemia evitó el jolgorio familiar y él se limita a sentirse agradecido, aunque no duda en aceptar que le hubiese encantado ver reunirse a los suyos. Dice que cuando tenía 99 años se sumaba los meses de su gestación para decir que ya era centenario, ahora puede exentarse de hacer eso. 

Sus ojos son testigos de la transformación de Torreón: vio pasar el tranvía que llegaba a Lerdo, conoció las huertas de El Pajonal, atestiguó cómo edificios aparecieron y desaparecieron. Él mismo es un álbum colmado de memorias, pero ostenta una notable lucidez que le permite apreciar el presente. "¿Que cómo estoy? Para mis años estoy muy bien".

Desde hace dos décadas, el hombre del siglo habita un domicilio sobre el bulevar Águila Nacional. Allí resguarda sus bienes más preciados: documentos, libros, el violín que le heredó su padre, un viejo piano Baldwin que toca todos los días y fotografías donde se le puede apreciar con doña Bertha, su esposa, con quien duró 75 años de casado (falleció en diciembre). 

Bajo el retrato que enmarca sus bodas de oro con doña Bertha, don Jaime toma asiento, coloca un aparato auditivo en su oído izquierdo para escuchar mejor las preguntas, mientras deja que sus antejos cuelguen sobre su camisa a cuadros. 

Inicia el relato. Sus palabras forjan cine en tonos de ayer, cuando los límites de Torreón llegaban a la entonces llamada calle Río Nazas, ahora conocida como calzada Cuauhtémoc. Recuerda que hacia el oriente estaban las granjas de los chinos, quienes se dedicaban a las cosechas de hortalizas y las tiendas de abarrotes. 

"Que yo me acuerde, la ciudad se acababa en la calle Guadalupe Victoria, ahora Francisco I. Madero. Más al oriente estaba el Hospital Civil, pero uno ya no lo consideraba como dentro del área citadina". 

Don Jesús estudió en el Colegio La Paz, bajo la instrucción de religiosas. No obstante, la persecución de la Guerra Cristera hizo que la escuela cerrara en 1932. "Hubo persecución, cerraron templos y demás. Fue lo más notable, cerraron las iglesias y los colegios religiosos".

Una anécdota de la familia narra como don Antonio Medina, progenitor de don Jesús, dio asilo al sacerdote Jesús Ocaña Granados durante la persecución. Para aprovechar su tiempo, el cura decidió dar clases a un grupo de niños donde estaba don Jesús. 

Historia de un amor

La Escuela Superior de Administración Pública lo certificó como contador privado en 1940. Fue la primera de varias profesiones que ejercería a lo largo de la vida. Siempre fue un tipo ávido de conocimiento y ostentó diversas aficiones en ramas de matemáticas y física. 

Cuando don Jesús entró a laborar en la Ferretería Simón Lack, donde en 1943 suplió al contador, no esperaba que su vida fuese a cambiar por completo. La ferretería se localizaba en la avenida Hidalgo y calle Juan Antonio de la Fuente, donde hoy yergue un centro comercial. Allí conoció a doña Bertha, se enamoró de ella y contrajo nupcias el 23 de abril de 1948, frente al altar de la Catedral de Nuestra Señora del Carmen. 

"Ni la busqué ni me la encontré, me la mandó el señor a domicilio. Estaba trabajando en la ferretería y llegó ella como secretaria de don Simón. Yo era ayudante de contador, encargado del archivo. Me la presentaron y me robó el seso de primera vista, por eso digo que ni la busqué ni me la encontré; me la mandaron".

El matrimonio tuvo ocho hijos. Su legado continúa con 15 nietos y 14 bisnietos. "Iba a ser compañera de trabajo y fue compañera de toda la vida". El lagunero trabajó en la ferretería hasta 1963 y en 1965 retomó sus estudios. Así logró culminar la secundaria y la preparatoria en la escuela nocturna.

En 1969 decidió estudiar por correspondencia en la Escuela Normal Superior de Saltillo y en 1973, con 51 años de edad, se tituló como Maestro de Segunda Enseñanza, especializándose en Lengua y Literatura Española. Recuerda sus años como instructor en la Escuela Secundaria General No. 1.

"En realidad, no me jubilé. Estando en clase me dio un infarto. No supe qué síntomas tuve. El caso es que estaba en clase, en un segundo piso de la escuela secundaria y no me di cuenta de nada hasta que recobré el conocimiento. ¿Qué me dieron los alumnos? Nunca supe. ¿Cómo me bajaron desde el segundo piso? Porque no me llevaban cargando, iba yo caminando. Tuve la suerte de que mi hijo Fernando ya estaba trabajando en el seguro y me llevó directo con el cardiólogo".

Tras realizarse unos estudios en Monterrey, la Secretaría de Educación Pública le dictaminó incapacidad permanente y lo jubiló. Fueron más de dos décadas entregadas a la docencia.

Don Jesús, dice, ha realizado sus sueños y sus pesadillas, pero todavía tiene una "locura" pendiente: publicar su Síntesis de gramática española, un pequeño libro de 70 páginas editado de forma casera y que lleva el subtítulo 'Polvos del camino'. Entre sus manos sostiene un ejemplar de ese manual.

Lector de El Siglo

A sus 100 años, don Jesús tiene una rutina donde se despierta todos los días alrededor de las seis de la mañana, observa la misa en la televisión, desayuna y despliega las páginas de El Siglo de Torreón para actualizarse de noticias. 

Asegura que disfruta mucho leer a Armando Fuentes Aguirre 'Catón', pues considera agradable su lectura. También es seguidor de los cartones y las editoriales. Es consciente de que tanto él como el Defensor de la Comunidad ostentan la misma edad.

"Siempre lo estoy contando, que somos de la misma edad. Siempre me ha gustado y no sé por qué hace años El Siglo me manda regalos cada cumpleaños. No sé de dónde sacó esa costumbre, pero se lo agradezco mucho".

Además de la lectura, don Jesús también es apasionado de la música. Desde muy chico, su padre lo puso a tocar el piano y en los scouts adoptó otros instrumentos como el acordeón o el violín. Bajo el itinerario de fotografías que coronan su piano vertical Baldwin, coloca sus dedos sobre las teclas y comienza a ejecutar la melodía de Solamente una vez, pieza compuesta por Agustín Lara.

"Toda mi existencia la considero en tres partes: la inicial, con mis estudios de primaria, secundaria y demás; la del servicio social, que lo aprendí principalmente en el movimiento de los scouts; finalmente, la profesional, por lo mismo que en los scouts llegué a ocupar todos los puestos, hasta jefe de grupo, me quedó ya la costumbre de ser dirigente y como maestro tuve la satisfacción de servir al prójimo".

Escrito en: aniversario El Siglo de Torreón Jesús, calle, estaba, ahora

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