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Lídia Jorge recibe premio FIL de literatura 2020

La escritora portuguesa hizo un llamado a la defensa del libro

Lídia Jorge recibe premio FIL de literatura 2020

Lídia Jorge recibe premio FIL de literatura 2020

EL UNIVERSAL

La escritora portuguesa Lídia Jorge recibió hoy el Premio Feria Internacional del Libro de Literatura en Lenguas Romances 2020 y, en agradecimiento, leyó un discurso en el que resaltó la grandeza de la literatura, hizo un llamado a la defensa del libro y pidió a quienes tienen el poder de tomar decisiones y dictar las políticas públicas, que comprendan que "las humanidades, la narrativa, la poesía, el teatro, todas las artes de la palabra, serán el salvoconducto hacia la armonía en la civilización del futuro, eso cuya materia prima es el lenguaje".   

Asimismo, Lídia Jorge destacó autores, títulos, pero también advirtió que las tecnologías si bien son instrumentos fascinantes del mundo globalizado, con los que todos estamos conectados, no necesariamente quiere decir que nos permitan estar juntos.

Y es que, dijo, tenemos más información, pero estamos menos informados. "Y al ser más veloz la comunicación, la mentira, la poderosa mentira, podría convertirse en el resto de lo que hasta hace poco llamábamos verdad".

A los jóvenes, a quienes dedicó su discurso que, dijo, le habría encantado leer en el encuentro librero con más juventud que en ninguna otra parte del mundo, les pidió que se alejen de "todos aquellos que les prometen felicidad a cambio de soledad".

En el marco de la inauguración de la FIL de Guadalajara, que este año ante la pandemia de Covid-19 se lleva a cabo en formato virtual a partir de hoy y hasta el 6 de diciembre, Jorge destacó ser la cuarta escritora en lengua portuguesa en recibir el galardón en treinta años.

"A decir verdad, la Literatura es una carta que enviamos a la lejanía. Lejos en el tiempo, lejos en el espacio. A veces, la Literatura llega a su destino. A veces, recibimos noticias de regreso. Cuando en Europa se aproximaba el final del verano, la dirección de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara acostumbra anunciar en cuál de las ocho lenguas romances encontró un imaginario literario digno de ser premiado. Este año, por cuarta ocasión en treinta años, se eligió a la lengua portuguesa. Y en el destinatario de esta carta, estaba escrito mi nombre. Para agradecer, pensé que podría referirles un caso particular, compartir cómo conocí a Homero hace muchos años", dijo la narradora nacida en Boliqueime, distrito de Faro, Portugal, en 1946.

Así, la autora de libros como "Los memorables", "Estuario" y "La costa de los murmullos", comenzó un relato sobre cómo conoció, durante su infancia, a María Encarnación, una anciana "muy pequeña" y analfabeta, que vestía ropa oscura y tenía su escaso cabello de color plateado. Y, cómo, a través de ella, conoció historias que solía cantar.

"A pesar de nunca haber tenido un libro, ella cantaba romances antiquísimos aprendidos de memoria en su infancia. Tiempo después logré identificar en su narrativa, sin intervalos ni pausas, algunos romances tradicionales como el de La Nau Catrineta, la Bella Infanta o la Visita de la Novia Difunta. Y nosotros, los niños, quedábamos cautivados por aquellas historias cantadas que hablaban de amor, de combates armados, de aventuras prodigiosas acerca de marineros sobre las olas", dijo.

La mujer, explicó, falleció y, pese a no contar con "la felicidad de conocer la maravilla que son los libros", fue un "ser atravesado por el fulgor poético". Ella, María Encarnación, mereció ir a la escuela, aprendido a leer y escribir, tener acceso a los poetas de su patria, a Camões, Vieira y Pessoa, leer la "Ilíada", la "Odisea", la "Divina Comedia", "Don Quijote"; a ver "Hamlet" en el teatro.

Jorge, a través de todo lo que aquella anciana mereció conocer, fue destacando el valor y la importancia de autores como Goethe, Proust, Virginia Woolf, Yourcenar y Agustina Bessa-Luís; resaltó la "perfección" de "Pedro Páramo" de Juan Rulfo, cuya "narración maravillosa" la habría hecho feliz "por haberla encontrado al inicio de su vida adulta, leer ese libro perfecto, entre tantos otros que leería, si acaso hubiera nacido ochenta años después".

Así, Jorge también resaltó la fortuna de nuestro tiempo en el que no sólo disponemos de bibliotecas con millares de libros en los locales más recónditos, sino que incluso podemos consultarlos cuando queramos, uno a uno, en la pequeña pantalla de un aparato que guardamos en el bolsillo de la chaqueta.

"Cómo hubiera sido feliz al entrar a las librerías y sentarse en un auditorio para escuchar páginas leídas por sus propios autores. Cómo se hubiera sentido bendecida si un día alguien la hubiera invitado a ella a leer en voz alta una página de Poesía y con ayuda de un aparato grabar su imagen para ser mostrada a sus hijos en vez de esfumarse para siempre entre los árboles del campo", contó.

Aquella mujer, añadió, como adulta del siglo XXI, "sería la figura ideal para decir a quienes tienen el poder de tomar decisiones y dictar las políticas públicas, modelando así inevitablemente la vida de quienes han de vivir en función de esos criterios, que las humanidades, la narrativa, la poesía, el teatro, todas las artes de la palabra, serán el salvoconducto hacia la armonía en la civilización del futuro, eso cuya materia prima es el lenguaje".

"Ella estaría convencida de la necesidad de prepararnos para convivir con la parte de ese nuevo mundo que también augura deterioro. Prepararnos para hacer la síntesis de dos culturas y no su disyunción, para impedir que la nueva cultura tecnológica expulse de nosotros el terreno conquistado por el poder del arte y la civilización del Libro", agregó.

Y sostuvo: "María Encarnación en este tiempo presente en que los dioses parecen haberse encerrado en sus palacios reales y dejado a los hombres en abandono para que se entiendan entre sí y sean libres de volverse hermanos o enemigos, tal vez podría dar a los jóvenes la referencia de un libro colombiano escrito en los años sesenta cuyo final dice así: "… estaba previsto que las ciudad de los espejos (…) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra". Y entonces, tal vez ella diría a los jóvenes que no se engañaran, que se alejaran de todos aquellos que les prometen felicidad a cambio de soledad".

Y al pensar en la gran metamorfosis que estamos viviendo, ella exhortaría a dudar de aquellos que ofrecen vacío y violencia en lugar de libros. "María Encarnación, quien tal vez nunca había leído un libro, ante la inminencia de perderlo, comprendería en qué medida esa escultura de papel que habla sin sonido, es un objeto perfecto. Mucho más perfecto que las sondas que van a Marte y rondan Neptuno. A semejanza de lo que sucede en algunas ciudades con fuerte tendencia al futuro, habría que crear una secta global que defienda la civilización del libro".

Por su parte, la portavoz del jurado, Anna Caballé, indicó que por mayoría se decidió otorgar el galardón por la altura literaria novelística que retrata el modo en que los seres individuales se enfrentan a los grandes acontecimientos de la historia.

Caballé añadió que Jorge es considerada una de las autoras más importantes en lengua portuguesa, que cuenta con una notable proyección internacional y que consiguió el respeto unánime de la crítica por su "estremecedora" novela La costa de los murmullos, escrita a raíz de su estancia en Angola durante su proceso de descolonización, país que, dijo desde entonces atraviesa su literatura, así como la reflexión sobre cómo se construye y se escribe la historia.

El Premio que se entrega desde 1991 y está dotado de 150 mil dólares estadounidenses. Lídia Jorge en su 30 edición, fue seleccionada entre 68 propuestas provenientes de 18 países en los cuales estuvieron 55 autores.   

Escrito en: Lídia Jorge Premio Feria Internacional del Libro de Literatura FIL Jorge, leer, civilización, Lídia

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