Impulsan valores ambientales

Para Javier, la caza era una actividad necesaria para subsistir, junto con la tala de mezquites y la extracción de carbón. Hoy su vida ha dado un giro de 360 grados, a cinco años de conocer sobre sustentabilidad.

"No sabía uno, destruimos nosotros mismos, pero ya no queremos volver a atrás, uno cree que nunca se va a acabar y sí se acaba, pero hemos recibido buenos consejos para no volver a eso", dijo Julio Martínez, comisariado ejidal de La Colonia.

La Sierra y Cañón de Jimulco ha sido beneficiada con el programa de pago por servicios ambientales en los ejidos La Colonia y La Flor durante los últimos cinco años, en 2015 se suman Pozo de Calvo y Barreal de Guadalupe.

El objetivo es impulsar valores ambientales y que las comunidades vivan en armonía con el área protegida, respetando la sustentabilidad.

Torreón cuenta con tres ecosistemas diferentes, un río, un cerro y toda una diversidad de animales y plantas.

La Sierra y Cañón de Jimulco fue la primera reserva ecológica municipal en el país. Se encuentra a una distancia de 40 kilómetros de Torreón y abarca 60 mil 400 hectáreas.

Gerardo Jiménez, investigador de Biodesert, señaló que aquí hay una biodiversidad de 600 especies de flora y fauna, 55 de ellas endémicas.

En Jimulco hay seis ejidos y dos comunidades: Juan Eugenio, Jalisco, La Flor, Trinidad, Jimulco, La Colonia, Pozo de Calvo y Barreal de Guadalupe.

En total, viven aquí cinco mil habitantes. El punto más alto es el Cerro del Picacho, que está a tres mil 120 metros sobre el nivel del mar.

A lo largo de la reserva, es posible observar ecosistema de bosque galería, vegetación xerófila y bosque pino encino.

La economía en Jimulco es raquítica, por lo que los fondos federales generan, para el ejido, opciones de empleo asociado a la conservación de la zona, pero también para los grupos de jóvenes y mujeres en proyectos específicos.

NO TIENE BASUREROS

Siendo una reserva ecológica, Jimulco no puede tener un relleno sanitario y la recolección de basura se realiza dos veces por semana, pero resulta insuficiente, por lo que en cada casa era común ver que se quemaban los desperdicios.

En Juan Eugenio, Ana González y un grupo de mujeres comenzaron a recolectar materiales reciclables como PET y cartón, luego de recibir una charla sobre educación ambiental.

"Poco a poco se sumaron más y juntábamos 600 a 800 kilos, los mandábamos a la ciudad de Torreón, luego nos apoyaron para conseguir una compactadora y ahora hacemos las pacas", dijo.

Toda la comunidad coopera. A la vivienda llegan pobladores con bolsas y cajas de botella, cartón, plástico y hasta cintilla, que se utiliza en las labores de riego por goteo.

"Son 15 toneladas por semana y se evita el foco de contaminación", explicó Ana. Señaló que, para los adultos, esto comenzó como una "moda", pero para los niños es ya un estilo de vida, en base a la sustentabilidad.

PROTECCIÓN DE PREDIOS

Barreal de Guadalupe es el ejido más alejado de Torreón, el último de la reserva.

Aurelio Cortinas, comisariado ejidal, dijo que aquí sufren de una grave migración por la falta de empleo, sin embargo, abundan las riquezas naturales, por lo que es el paraje favorito de los turistas.

Los pobladores están organizados para proteger los predios y denunciar a los cazadores furtivos. Mantienen una vigilancia permanente para evitar el robo de la noa, especie endémica que está en peligro de extinción.

"Hacemos brechas para combatir incendios, cuidamos las aves silvestres, hay muchos cazadores que vienen para llevárselas y eso está prohibido", explicó.

ALIMENTOS ORGÁNICOS

En terrenos que anteriormente eran un campo de beisbol, donde la tierra era dura y la expectativa de aprovechamiento era casi nula, hoy las mujeres del ejido Barreal de Guadalupe producen alimentos totalmente orgánicos.

Imelda Rodríguez explicó que se colocó una casa-sombra de 200 metros cuadrados, donde desarrollan la agricultura protegida. Se trabaja continuamente con la tierra, mezclándola con arcilla, agua, pero sin químicos.

"Dejamos tirada la cama para venir acá, se descuida un poco la casa pero la verdad es que estamos muy comprometidas con este proyecto, estamos muy contentas con los resultados", dijo.

Pero al inicio no fue nada fácil. Las costumbres de los ejidatarios no incluían que las mujeres trabajaran, por lo que luego de diversas charlas sobre equidad de género, ellas fueron ganándose su lugar y defendiendo su proyecto.

"Andamos con las palas, quitamos la hierba, barremos, hacemos comidas para los visitantes", dijo Imelda.

También aprendieron a hacer lombricomposta, con lombrices que comen el cirre y lo degradan para que sirva como abono. Al incorporarlo al suelo, se absorben más nutrientes, por lo que es un abono natural más efectivo.

La primera vez, sembraron tomate, que se vendió de inmediato. La segunda producción fue de pepino, que repetirán en la tercera.

Fundación Jimulco trabaja en la creación de una cooperativa en Torreón para que sea más fácil para las mujeres vender sus productos en un comercio justo, ya que son 100 por ciento orgánicos.

Junto a la casa-sombra, se construyeron cabañas y una cocina, donde se ofrece servicio a los visitantes, aunque los ejidatarios señalan que no fueron las construcciones adecuadas, por lo que ya trabajan en otros diseños.

Gerardo Jiménez señaló que, a largo plazo, se busca que Jimulco sea el productor de alimentos orgánicos para Torreón.

SUSTENTABLES

Gerardo Ibarra preside Fundación Jimulco, asociación que se ha encargado de brindar la asesoría técnica especializada a los ejidatarios para que puedan acceder a recursos federales e internacionales, en un modelo ciudadano que siempre involucra a los habitantes en la toma de decisiones.

"No somos los mismos, la gente ha cambiado", dijo Roberto Esquivel, comisariado de La Flor, "ahora sabemos que debemos cuidar la fauna, que no se cace a los animales".

Julio Martínez, de La Colonia, señaló que en las comunidades se ha reforestado nopal, canotilla, árboles frutales, además de que hay distintos proyectos de protección del medio ambiente, pues los visitantes son quienes ahora tiran la basura, hacen fogatas y destruyen la zona.

"Nos gustó enseñarnos a cuidar lo que es nuestro, lo que tenemos, sentirnos orgullosos de proteger nuestra tierra", dijo.

MIL

500 hectáreas son las beneficiadas de momento.