Santa Inquisición cazó brujas en Monclova
Una verdadera cacería de brujas fue la que se registró en Monclova en el tiempo de la Santa Inquisición.
Un grupo de mujeres fueron encarceladas, torturadas y exhibidas desnudas por prácticas de hechicería, principalmente amarres de amor.
Corría el año de 1748, Monclova era apenas un poblado en el que convivían nativos, españoles e indios tlaxcaltecas, regidos por militares a la orden de sacerdotes de la Santa Inquisición.
La obsesión de algunas mujeres por tener el amor de hombres prominentes de aquel entonces lo provocó todo.
Entre ellas se menciona a una de apellido Iruegas, deseaba el amor del peluquero del pueblo.
Aquella idea se apoderó de ella y como no lograba tenerlo, acudió con las indias tlaxcaltecas que residían en los pueblos de San Francisco y San Miguel, actualmente la colonia El Pueblo.
Una india llamada Frigenia, líder de una gavilla de brujas, le dio un amarre que consistía en piedras de imán envueltas en cabello de mujer y polvos extraños.
Cuando la mujer volvía entre el monte perdió el bulto en el que llevaba su amarre, un leñador lo encontró y al ver el contenido acudió con el teniente del presidio de la Villa de Monclova, Phelipe Joachin de Iruegas.
Eran prácticas de hechicería por lo que acudieron con el comisario de la Santa Inquisición.
De tal forma se abrió una investigación que llevó a los sacerdotes a iniciar una cacería de brujas, pues esas prácticas eran delitos contra la fé.
Arnoldo Berméa, historiador y cronista de la ciudad, narró que en aquel entonces las prácticas de hechicería eran condenadas, pues iban en contra de la iglesia.
“En el caso particular de este proceso que se dio en Monclova y que estuvo muy sonado, había practicas que la Santa Inquisición reprimía, atentaban contra la moral y las buenas costumbres de la iglesia, era muy penado”, señaló el cronista.
“La india Frigenia era la que encabezaba toda una gavilla de gente que hacía prácticas que supuestamente era brujería, dicen que acudían al río donde aparecía un señor de negro a caballo y los hacían renegar de Dios, de la iglesia y de todo, empieza la investigación y se ven involucradas gente hasta de Nadadores, gente de San Buenaventura, era una buena cantidad de personas involucradas y todo el proceso implicó encerrarlos en las cárceles, al grado que la cárcel estaba llena”, contó el historiador.
La cacería de brujas duró hasta 1753, cuando murió el sacerdote Flores Abrego.
En ese entonces llegó otro sacerdote de apellido Sánchez Navarro, quien terminó con la caería.
Algunos relatos señalan que las brujas eran quemadas en lo que ahora es la plaza principal de Monclova.
Arnoldo Berméa indica que únicamente eran exhibidas desnudas aunque si hay registro de tortura.