Saltillo

Pandemia, reclusión, hogar y cine

Panorama audiovisual

Raúl Muñoz de León

Hay desesperación en la gente. El próximo 20 del presente mes se cumplirán 160 días de reclusión, de aislamiento, debido a la pandemia provocada por ese invisible y agresivo enemigo, coronavirus, que tanto daño está causando en todos los países del mundo.

Las autoridades sanitarias mexicanas al hacer frente al problema que, por cierto las ha rebasado, dictaron una serie de medidas de carácter preventivo, para evitar el contagio en la población, y el daño siga avanzando y creciendo: “quédese en casa”; “lávese las manos frecuentemente”; “use gel antibacterial”, “ cubreboca” y “guarde la sana distancia””.

Estas disposiciones que, se comprende, son necesarias para controlar la contingencia, han provocado una seria alteración en las relaciones sociales cotidianas de los mexicanos: no saludar de mano, no besos, no abrazos, no contacto de piel con piel, no reuniones de más de 10 personas, no salir de casa, a menos que sea estrictamente necesario.

Por consecuencia, cierre de escuelas; de bares y restaurantes; de estadios y arenas de box y lucha libre; de salas cinematográficas y teatros; de templos y casas de oración; de centros comerciales y tiendas departamentales; de instituciones bancarias; de servicio de transporte público; de gimnasios, albercas y centros deportivos.

Suspensión de reuniones festivas para celebrar bodas, bautizos, aniversarios, recepciones profesionales; hechos históricos y actos cívicos; manifestaciones religiosas y políticas, inclusive actos electorales realizados por órgano institucional. Toda una alteración de costumbres y tradiciones.

Lo que más ha afectado a las mexicanas y mexicanos es el aislamiento. Estar recluido en casa, sin poder salir ni siquiera a la tienda de la esquina, que en la práctica equivale a una privación de la libertad, a un secuestro o virtual prisión, es causa de un cuadro psicológico, molesto y fastidioso como es el “stress” que conduce finalmente, a la depresión, a lo que algunos llaman ya “síndrome de los Tecolines: ansiedad, angustia y desesperación”, en referencia a la canción “Toda una Vida”, cuyo autor es el cubano Osvaldo Farrés, popularizada en México por el Trío Los Tecolines.

Los mexicanos somos efusivos, emocionales; nos gusta expresar nuestros sentimientos y estados de ánimo. Un fuerte y estrecho apretón de manos; un abrazo que abarque pecho y espalda; un sentido y “tronado” beso, sea de amor o de simple afecto, dicen más de nuestras s emociones que las palabras que usamos para describirlas. Igual los afectos que los desafectos, lo mismo el aprecio que el desprecio, los expresamos elocuentemente con gestos y señas que con la palabra, por más que ésta sea el mejor vehículo o instrumento de comunicación.

A este confinamiento a que nos ha conducido la pandemia, si bien es causa de estados de ánimo negativos, algunos le han sacado ventajas de distinta manera. Mi esposa Lupita y yo, lo hemos aprovechado para releer algunos libros de nuestra época de secundaria y preparatoria como, “Los de Abajo” de Mariano Azuela; “Ulises Criollo” de José Vasconcelos; “La Sombra del Caudillo” y “El Águila y la Serpiente” de Martín Luis Guzmán; “El llano en llamas” de Juan Rulfo; “La tierra pródiga” y “Las Tierras Flacas”, de Agustín Yáñez; “Los indios y los sin Dios”, “Más cornadas da el hambre”, de Blanco Moheno; “Casi el paraíso” de Luis Spota.

Viernes y sábados, a las 10 p. m. “Noche, boleros y son” con Rodrigo de la Cadena, joven conductor y cantante, poseedor de una envidiable cultura musical, en el Canal 11 del Poli; excelente programa de contenido musical con canciones y autores de todos los tiempos; los domingos, a las 9 de la noche, Piano de Cola, con el pianista cubano Dany Herrera y artistas invitados; inmediatamente después, Tradiciones Arroyo, programa de música folklórica mexicana; ambos programas televisivos por el canal 157, de SKY

Sábados y domingos por la mañana, lectura y cine. Aprovecho los beneficios de la tecnología; por Internet entro a la aplicación you tube, para disfrutar películas de la época de oro del cine mexicano; películas cuya dirección, fotografía, sonido, diálogos y actuación de protagonistas y antagonistas, de actores y actrices, modifican totalmente el criterio que se tenía sobre el cine mexicano, cuando en los sesenta, setenta y ochenta del siglo pasado, se decía que las películas mexicanas eran “churros” para calificarlas de mala calidad.

He tenido oportunidad de apreciar en la pantalla de la computadora, auténticas joyas de la cinematografía nacional. Cintas como La Posesión, basada en la novela “La Parcela” de José López Portillo y Rojas; actúan Jorge Negrete, Miroslava, Isabela Corona, Julio Bracho, Julio Villarreal y Domingo Soler; Tierra Baja, cuyo protagonista es Pedro Armendáriz, además de Sully Moreno, Luis Aldás, Julio Villarreal y Bárbara Gil; El Rebozo de Soledad con Pedro Armendáriz, Arturo de Córdova, Stella Inda, Carlos López Moctezuma y Domingo Soler; La Rosa Blanca protagonizada por Ignacio López Tarso, Rita Macedo, Carlos Fernández y Christiane Martell.

Pueblerina, con la actuación de Roberto Cañedo, Columba Domínguez y Arturo Soto Rangel; La fuerza de los humildes, con Joaquín Cordero, Raquel Revueltas, Roberto Cañedo, Columba Domínguez, Yolanda Varela y Alejandro Lugo; Rosenda, con Fernando Soler y Rita Macedo; Con todo el Corazón, con la actuación de Domingo y Andrés Soler, Joaquín Cordero, Arturo Soto Rangel y Raúl de Anda; Maclovia con María Félix, Pedro Armendáriz, Miguel Inclán y Carlos López Moctezuma; Y Dios la llamó tierra, con Ignacio López Tarso, Manuel Capetillo, Katy Jurado, Tito Junco, José Luis Jiménez y Jaime Fernández.

La ilusión viaja en tranvía, actuación de Lilia Prado, Carlos Navarro, Agustín Isunza, Miguel Manzano, Fernando Soto Mantequilla; Amor en cuatro tiempos, con Arturo de Córdova, Silvia Pinal, Resortes, Marga López, Arturo Martínez; La hija del ministro, con Rosita Arenas, Luis Aguilar y Víctor Parra; Susana, con la actuación de Fernando Soler, Rosita Quintana y Víctor Manuel Mendoza; Del brazo y por la calle, con Manolo Fábregas, Marga López y la Ciudad de México; Los hermanos del hierro, con Antonio Aguilar, Julio Alemán, Columba Domínguez, Emilio Fernández, Patricia Conde y Jaime Fernández.

También las clásicas de Cantinflas: Romeo y Julieta, Los Tres Mosqueteros, Ahí está el detalle, A volar joven, El bombero atómico, El gendarme desconocido, El siete machos, Abajo el telón. Sube y baja El Mago, El Circo, Ni sangre ni arena, Un día con el diablo, Caballero a la medida, Si yo fuera diputado. . .

Y luego las de Pedro Infante: Necesito dinero, Ahora soy rico, La tercera palabra, Escuela de Música, Escuela de vagabundos, Escuela de Rateros, Los gavilanes, Ahí viene Martín Corona, Gitana tenías que ser, Un rincón cerca del Cielo, La Barca de Oro, Cuidado con el Amor, Tizoc, Pablo y Carolina, El mil amores, Mexicanos, al grito de guerra.

Las de caballos, de Antonio Aguilar: El moro de Cumpas, La yegua colorada, Caballo alazán lucero, El Alazán y el Rocío; y las de Tin Tan y Resortes, las de Joaquín Pardavé y Oscar Pulido; las de El Piporro, para reír un poco y dejar de estar serios y preocupados.

En fin, no hay que desesperar; la pandemia tiene algo positivo: ha permitido que nos reencontremos y veamos el mundo y la vida desde otra perspectiva. Ánimo y optimismo, amigos laguneros. Cuando esto pase, nos acordaremos, sonriendo, de la generación del cubreboca, del gel y de la sana distancia, que abarcó todas las edades!

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Escrito en: coronavirus la laguna López, actuación, Arturo, Luis

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