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En la tinta de las pandemias

Las principales contingencias narradas por la literatura

En la tinta de las pandemias

En la tinta de las pandemias

YOHAN URIBE

Las pandemias han sido recurrentes en la historia de la humanidad, siempre han estado presentes, lo ha registrado la literatura.

Ahora, en tiempos donde las redes sociales y la hiperconectividad han permitido al individuo contemporáneo estar a la altura de los dioses, el coronavirus COVID-19 vino a recordar la fragilidad de la especie humana.

En una de las categorías que definieron el pensamiento del siglo XX, el pensador alemán Martín Heidegger habló de la invisibilidad de lo que tenemos "a la mano", esas cosas que tienen una utilidad y cuya existencia olvidamos sólo hasta que dejan de funcionar, como las llaves, la puerta o la luz. Ahora que la pandemia nos ha confinado, parecía que salir a la calle, caminar, abrazar y convivir eran cosas naturales, estaban a la mano. Desde los tiempos remotos, por lo menos los que ha logrado registrar la literatura, la única constante que coincide en los tiempos de pandemia es que, para salir a flote, la solidaridad es la clave. Los hombres sobreviven gracias a la solidaridad. La literatura se ha ocupado de aclarar incluso confusiones históricas.

ANTIGÜEDAD

En el 430 a. c. una terrible epidemia azotó la ciudad de Atenas, en plena guerra del Peloponeso. Durante cuatro años más de 100 mil personas perdieron la vida, el historiador griego Tucídides, lo explicó magistralmente en Historia de la Guerra del Peloponeso, un texto que además de referente médico de la antigüedad, ha sido alabado por el dramatismo con el que el escritor explica los síntomas y deterioro de los enfermos.

Incluso Tucídides cuenta en su narración que el "loimós", o padecimiento, inicio en Etiopía, luego pasó a Egipto y se extendió hasta el Imperio Persa. De allí alguien lo llevó a la isla de Lemnos, y al estar al norte del Mar Egeo, pasó rápidamente al puerto comercial de Pireo y finalmente invadió Atenas. Fiebre, dolor de cabeza, irritación de los ojos, tos seca, estornudos y ronqueras, eran síntomas que se presentaban antes de que un dolor en el pecho terminara con la vida del enfermo, eso dice el historiador.

De la peste Antonina, sabemos lo que nos cuentan los poetas romanos. O Galeno, el famoso medico que descubrió aquella peste de viruela en la Roma del 165 d.c. Según el historiador romano Dion Casio, el segundo brote de la enfermedad fue el mortal, llegando a registrar hasta dos mil muertes por día en Roma, estimando que perdieron la vida cerca de cinco millones de personas.

Históricamente, esta epidemia empalidece el reinado de Marco Aurelio, aunque como cantaron los poetas, cimbró la historia antigua por su ferocidad, incluso, algunos historiadores dicen que las últimas palabras del popular emperador: "No lloréis por mí. Pensad en la pestilencia y la muerte de tantos otros", hacían referencia a este terrible tiempo de la epidemia.

Tanto en la antigüedad como en la edad media, la literatura forraba con cierto misticismo a las pandemias. Al ignorarse de dónde venían, qué las trasmitía y cómo se combatían, lo que asesinaba la enfermedad, lo devastaban los prejuicios; castigos de Dios.

Durante la peste negra, la comunidad judía en Europa, fue perseguida por no padecer la peste. Sus hábitos de higiene como pueblo del desierto, el baño diario, los protocolos de hervir la ropa de los enfermos, sus cambios de sabanas, todas las costumbres diarias que describe el Levítico, los hizo menos proclives a la enfermedad. Muchos pensaban que tenían una cura secreta o portaban algún hechizo que los protegía de la peste.

Una magnifica acuarela del Medioevo, mezcla de novela y tratado filosófico, escrito por Hermann Hesse, nos ubicará en tiempo y espacio de este capítulo histórico bajo el titulo de Narciso y Golmundo. Esta historia que en apariencia se va a dedicar a develar la vida desde la academia, la filosofía y el conocimiento, donde habita maravillado uno de sus personajes (Narciso); y la visión de la naturaleza humana desde el arte, la aventura, el amor, los sentidos y la realidad, el retrato sensual del segundo personaje (Golmundo).

Pero en medio de la amistad de los dos jóvenes, entre líneas aparece el crudo testimonio de Sara, una mujer judía que nos cuenta de manera alterna la terrible persecución a su pueblo a causa de la ignorancia y la superstición, el castigo de un pueblo cuyo único pecado eran sus medidas de higiene que los hacían menos propensos a la peste.

Entre 1351 y 1353, es precisamente la peste negra la que va a dar pie a uno de los libros más importantes de la historia de literatura, El Decamerón, de Giovanni Boccaccio, un tratado de 100 cuentos, narrado por un grupo de diez jóvenes, siete mujeres y tres hombres, quienes se van a aislar de la devastadora peste bubónica para contarse historias, la mayoría de ellas eróticas, muchas cómicas y otras trágicas.

"Humana cosa es tener compasión de los afligidos, y aunque a todos conviene sentirla, más propio es que la sientan aquellos que han tenido menester de consuelo y lo han encontrado en otros". Un clásico del Medioevo que muestra como una de las pocas cosas que el confinamiento y la pandemia le pueden quitar al ser humano es la imaginación.

SIGLO XX

Una de las primeras crisis sanitarias que vivió la pasada centuria fue la epidemia de la gripe Española, que no surgió en España, sino en Kansas, en tiempos de la Primera Guerra Mundial, bautizada así porque hace 100 años los únicos que reportaron el virus fueron los españoles.

De los autores contemporáneos, uno que dedicó la magistralidad de su pluma al tema de las epidemias fue el francés Albert Camus. Al tema de la peste, sí, pero también a la solidaridad. En La Peste de Camus, el autor va a narrar todo lo que pasa en el confinamiento en tiempos en que la epidemia llega a la ciudad argelina de Oran.

Un personaje, cuya promesa de ser revelado al final de la obra, mantiene al lector a la expectativa, va mostrando como en tiempos de confinamiento emergen de la naturaleza humana matices de solidaridad entre los médicos que realizan una labor humanitaria para mitigar esta pandemia, aunque también la historia evidenciará sentimientos terribles, falta de bondad y humildad de quienes se han olvidad de la empatía.

1985

AÑO

en que se publicó

El Amor en los

tiempos del

cólera.

Una metáfora de vida, hacen de la novela de corte existencialista, un retrato de la ambivalencia de ser humano, que una vez que se rompe la cotidianidad de una ciudad, se expone el individualismo como un instinto de supervivencia. Una crítica que solo se puede comprar con la obra de otro grande, José Saramago, cuando en El Ensayo sobre la ceguera. Una analogía de cómo el mundo del individualismo y el consumismo nos ha llevado olvidarnos de lo comunitario, de la solidaridad y del detrimento de los demás bajo la premisa del éxito.

Centros comerciales que parecen realidades ficticias, cortinas de consumismo que nos llevan a olvidarnos del otro. Con un profundo humanismo, Saramago narra como un brote va dejando ciegos a todos los habitantes de una población, sin importar la edad, la ideología o el estrato social. Un desesperado llamado al humanismo en medio de una sociedad hipócrita que se olvida de lo esencial en su carrera por el consumo, incluso del propio planeta que habita.

Una de las grandes novelas de Gabriel García Márquez también se escenifica en medio de una epidemia, El Amor en los tiempos del cólera. El retrato del Caribe colombiano azotado a finales del siglo XIX por varias guerras civiles y una epidemia de cólera que cobra la vida de miles de personas es el marco de la historia. La exploración del amor en medio de una epidemia cuyos síntomas se confunden con los del amor, hacen de este fresco una obra para estos días de COVID-19.

Entre la navegación por el río Magdalena, el sincretismo de las culturas africanas, con las árabes, españolas y nativas, hacen que la historia social y política estén por encima de la historia de amor. El cólera es el elemento que da contexto político e histórico a la novela, donde las medidas sanitarias heredadas del Medioevo contrastan con las costumbres de los pobladores de la costa colombiana.

Además de la historia de amor, el escritor contrapone el enfrentamiento de la medicina moderna con la tradición, la negación de las personas y la ignorancia que los hacía presos de explicaciones místicas para entender la epidemia.

Escrito en: historia, tiempos, epidemia, peste

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